Percy Shelley (1792-1822) fue un poeta y escritor romántico inglés quien a los 19 años se fugó con una joven de 16 -Harriet Westbrook- con la cual se casó, pero como era simpatizante del ‘amor libre’ y del anarquismo a pesar de ser un ‘Baronet’ (noble), la dejó con sus dos hijos y continuó con otra joven de 16 -Mary Godwin (1797-1851)- con quien se casó luego del suicidio de Harriet. En 1820 Percy escribió en tres días un ‘fanciful poem’ (poema fantástico) dedicado a Mary titulado ‘La Bruja de Atlas’, que trata sobre aventuras de una misteriosa bruja que vivió en los montes Atlas y que crea a un ser hermafrodita (según la mitología griega, vástago de Hermes y Afrodita) que reúne los aspectos contradictorios de la mente creadora. El viaje lo realiza volando desde las montañas hasta el Nilo. Al igual que Percy Shelley, quien con todas sus extravagancias tenía algo de idealista, esta bruja invoca a dioses egipcios y menciona deseos y temores de la humanidad. El compositor Granville Bantock (1868-1946) muy distinto a Shelley, londinense pero de origen escocés, sintió lo ‘celta’ en obras como la Sinfonía ‘Hébridas'(1913) o ‘Sinfonía Celta’ e infinidad de canciones y música coral y también le interesó lo oriental: ‘Omarkhayam’ o ‘La Perla de Irán’; pero en 1902 musicalizó como Poema Sinfónico el cuento de Shelley. Este romanticismo ‘universal’ de Bantock se expresa así en su elegir temas ‘poco usuales’. Él mismo dirigió el estreno utilizando sólo 44 de las 672 líneas del poema de Shelley, dejando de lado rarezas como el hermafroditismo y concentrándose en su belleza seductora. ¡Después de todo a veces los enamorados se consideran ‘embrujados’ por sus novias! Bantock que admiraba a Wagner comienza con un tema ‘Mahleriano’ (¿por eso nos habrán preparado con la 4¦ de Mahler?) anunciado por el solo de violín y de allí sale el tema principal para imaginar a la Bruja volando. Uno de los libros infantiles leídos en Alemania se titula ‘Die kleine Hexe’ (La pequeña brujita’). Por momentos Bantock ha transformado a la Bruja de Shelley en una brujita simpática, aunque al final se pone un poco más peligrosa como lanzando ‘spells’ (hechizos) hasta que el arpa de Iracema Aguilera la calma un poco, pero tras otra subida de tono aparece un llamado del corno inglés antes del final. Frederick Delius (1862-1934) inglés de padres alemanes, viajó a USA y allí cuidó los cítricos de su familia en Florida. Luego profundiza su estudio musical en Leipzig donde conoce a Grieg, viaja a Noruega y Suecia y finalmente se radica en Francia. Su música, suave, de un romanticismo ‘cromático’ cercano a Debussy y a su amigo Grieg, refleja jardines ingleses, fiordos noruegos, pantanos de Florida y los campos de Grez-Sur-Loing. En 1906 compone ‘El Camino al Jardín del Paraíso’ un interludio que agregó a su ópera ‘A village Romeo and Juliet’. Comienza corno y fagote introduciendo un tema cálido luego tomado por el corno inglés y rearmado por los otros vientos. La influencia wagneriana de ‘Los Murmullos de Bosque’ de Sigfrido o el creciente tema del ‘Amor’ es notoria. William Elgar (18547-1934) nace y crece en un ambiente musical con padre organista. El joven William era un verdadero ‘hombre orquesta’, ya que se graduó en piano, violín chelo, contrabajo, fagote y trombón. Una de sus alumnas -Caroline Alice Roberts- hija de un General, se enamoró de él, pero como William era humilde y además católico, los Roberts se horrorizaron y la desheredaron. Igual se casaron en 1889. Como regalo de bodas él le dedicó una obrita para violín y piano, luego transcripta para orquesta: ‘Salut d’Amour’. Tuvieron una hija cuyo nombre fue una abreviación: ‘Carice’ de sus dos nombres Caroline y Alice. En 1905 fue nombrado profesor en Birmingham y quien lo sucedió en el puesto fue, ¡Granville Bantock! Si con Bantock pudo lucirse el violín de Nidal ahora tiene una especial oportunidad de ser delicado. Edvard Grieg (1843-1907) noruego como el famoso escritor Henrik Ibsen (18828-1906) quien había escrito un drama en 5 actos que narra la historia, caída y redención de un inquieto campesino ‘rebelde’. La obra era en verso y no para ser representada sino leída, pero Ibsen cambió de idea y le pidió a Grieg que la musicalizara. Constaba de 23 movimientos., En 1876 se estrenó y más tarde hizo una reducción en dos Suites op 46 y op 55. Escuchamos de la N¦ 1 ‘La Mañana: Flauta, diálogo con el oboe y la melodía va creciendo hasta que la trompa inicia el ‘descenso’. Pero el mar está siempre presente. ‘En la Cueva del Rey de la Montaña: Peer Gynt quiere escaparse desde el fondo de la cueva con pasitos lentos, luego en puntitas de pie, pero al perseguirlo enanos y duendes sanguinarios el ritmo crece y se apura en una ruidosa persecución. Y de la Suite N¦ 2: Lamento de Ingrid: Esta ‘novia’ ha sido raptada de su boda y luego abandonada. La música la describe traicionada y sola, por eso los inicios son como gritos seguidos por llantos de tristeza. No es difícil entrever que este tipo de música especialmente agrada a nuestro helvético director, pero su felicidad se trasmite a los músicos y a través de ellos a nosotros, felices auditores. Y como verdadero presente de amor, ¡nos regalaron un bis del ‘Salut d’Amour’ de Elgar!