Los pibes sanjuaninos llegaron a ver a Néstor Kirchner de madrugada, casi a la misma hora, con quizá las mismas expectativas y sentimientos, pero con una diferencia abismal: unos entraron después de esperar 13 horas en la incomodidad de la multitud, y a otros sólo les tomó 15 minutos.
Después de viajar todo el día, los 170 chicos que habían salido a media mañana de San Juan sin escalas a la Rosada para despedir a su líder, se toparon con una bendición: apenas llegaron, les abrieron una puerta lateral por orden del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, para que los visitantes que venían desde lejos -sanjuaninos y otros- pudieran acceder inmediatamente. En cambio, el grupo de unos 130 militantes de la JP y otras organizaciones que habían salido de la Catedral el miércoles antes de la medianoche, soportó largas horas de espera en la descomunal fila que ocupaba varias cuadras y avanzaba lento, desde las 3 de la tarde hasta las 4 de la mañana, que pudieron ingresar al salón de los Patriotas Latinoamericanos.
Los afortunados venían concientizados de que tendrían que hacer una cola enorme, aseguró el director de la Juventud provincial, Sebastián Chirino (28), quien coordinó el viaje de cuatro colectivos que salieron desde el Centro Cívico con organizaciones peronistas y grupos sociales, como Kolina, EDEJU, Hacer por Todos, Miles, Oktubres, Martín Fierro, Santa Filomena, HIJOS y la JP de algunos departamentos.
Llegar a la madrugada -cerca de las 2- les dio a muchos de estos pibes sanjuaninos la chance no sólo de ingresar por otro lado, sino de estar frente al ataúd dos y hasta tres veces a lo largo de la noche y al amanecer, cuando aflojó la cantidad de gente que nutría las columnas para despedir al santacruceño, según contaron emocionados (ver aparte).
Y un momento de fama también, cuando fueron protagonistas de un momento especial, que incluso pudieron repetir luego, cuando se estaban llevando el cajón hacia Aeroparque. Según contó Chirino, cuando ingresaron la primera vez, en medio de la congoja empezaron los aplausos de la gente y ellos empezaron a cantar "soy argentino, soy soldado del pingüino". En eso el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, arengó con las palmas y se convirtió en un momento de fervor militante para todos en la sala. Por eso, cuando salieron los esperaban en la puerta las cámaras de varios canales nacionales para entrevistarlos a los que habían logrado una nota distinta en medio de tanta tristeza.
La vigilia los tuvo tomando mate esperando la salida del sol. Después de la primera entrada, el grupo se ubicó al lado de una megapantalla que puso el Gobierno en el costado izquierdo de la fachada de la Rosada, para que la multitud pueda seguir por la televisión pública todo lo que sucedía en la capilla ardiente del ex presidente.
Allí comentaron sus experiencias y sensaciones cerca de su líder, la desesperación por verlo, los sentimientos encontrados al ver el féretro, la fuerza para Cristina, la emoción de estar ahí, siendo parte de una despedida histórica. En medio de la vigilia, los fueron a saludar el ministro de Desarrollo Humano, Daniel Molina, y el legislador porteño Juan Cabandié. "El ministro nos dijo que Alicia (Kirchner) estaba muy contenta de que hubiéramos venido", aseguró Manuel García (26).
Para cerrar la irrepetible experiencia, además de entrar rápido y pasar momentos para el recuerdo a estos jóvenes, se les dio otra situación impensada. Fueron unos de los últimos en saludar a Kirchner, antes de su traslado al aeropuerto, y adentro, aseguraron, lograron emocionar con sus aplausos y gritos para Néstor a Cristina, quien se acercó a saludarlos y a recibir una bandera sanjuanina que colocó cerca del féretro.
