Con cara de cansado, pero con una sonrisa de satisfacción, Luis Ponce pasó a las 2 de la mañana por el control forestal de Caucete. Y a pesar de que la fatiga se le notaba en su caminata, logró disimular, como si fuera un deportista olímpico, la cantidad de kilómetro hecho a pie. Por eso nadie salió de su asombro cuando contó que venía caminando desde Mendoza. El hombre dijo que hizo el sacrificio para agradecer por la salud de un hermano suyo.
Luis vive en la capital mendocina y su hermano menor tuvo que ser operado hace unos meses del corazón. Fue ahí que el hombre, que tiene 63 años, le pidió a la Difunta Correa que la intervención quirúrgica fuera exitosa. Y el lunes pasado, ya con su hermano en buen estado de salud y fuera de peligro, Luis cargó unas botellas con agua, en su mochila y comenzó a caminar, rumbo al paraje de Vallecito.
Pidió permiso en su trabajo para faltar unos días y calculó las horas de caminata para llegar hasta el oratorio justo el Viernes Santo. Y con la fe como bandera, y sólo en toda la ruta, cumplió su promesa. A paso lento y con mucha tranquilidad a la hora de hablar, el mendocino sonrió ante la gente que no creía su historia. Por eso fue común escuchar a grandes y chicos admirarse de la valentía, el amor y la fe que movió al mendocino a caminar casi 200 kilómetros, sólo para dar las gracias.
‘Soy muy devoto de la difuntita. Todos los años, para Semana Santa viajo desde Mendoza para caminar junto a unos familiares. Pero esta es la primera vez que lo hago desde mi provincia. Y no puedo creer lo que uno hace por un ser querido‘, dijo con los ojos llenos de lágrimas el hombre que viajó con una remera con la cara de Jesús, para que lo protegiera en la ruta.
Dijo que nunca tuvo miedo y que siempre supo que llegaría hasta la Difunta Correa. Y contó que aprovechó los puestos de la ruta para dormir, pero sólo algunas horitas para no perder tiempo de la caminata. Ya en Caucete se juntó con sus familiares, todos sanjuaninos, y comenzó el camino acompañado. Sus sobrinos, con el pecho inflado de orgullo, dijeron que era un honor acompañarlo en el último tramo de la caminata.
