Una mesa equilibrada y compacta. Con patas firmes en las que se apoya. Ese es el ejemplo que mejor le queda a este UPCN San Juan Voley Club, que por estas horas goza de ser el tetracampeón del vóleibol argentino. Los triunfos no llegan por casualidad. Más aún si se repiten con el paso del tiempo. Este equipo Gremial, que es una aplanadora del vóley en los últimos años, tiene en qué afirmarse. No sólo porque se fue adaptando a las circunstancias y cambiando cuando la situación lo requería, sino porque supo elegir a sus protagonistas.
Con la sangre caliente y emocionado, después del tercer triunfo ante Lomas y el logro de la cuarta corona, el entrenador Fabián Armoa tiró una frase que resume el espíritu general: “Esto es el esfuerzo de todos, pero me gustaría que el país entero reconozca a UPCN como institución. Porque cada uno de los integrantes del plantel puede haber conseguido sus objetivos, pero el grupo en general se llama UPCN. Y sé que eso es lo que quedará en la historia” Más claro imposible. Significa que la máquina se fue moviendo porque los engranajes respondieron.
La estructura con la que se mueve el equipo sanjuanino es ejemplar. Puede que Pepe Villa, el titular del Gremio y alma mater de esta cruzada voleibolera, esté cerca en varios momentos, pero desde ahí para abajo, todos responden de acuerdo a sus responsabilidades. Pepe es un hombre pasional. Que siempre está atento para ir por más. Que festeja el éxito pero no se conforma. Ayer, por ejemplo, les dijo en algún momento a los jugadores: “Los felicito muchísimo pero ahora se viene el Mundial y yo quiero podio. Ni hablar del pentacampeonato. También vamos a ganarlo”. Un sueño, un pedido, pero casi una orden.
Enrique “Quique” Valle es el manager. En realidad el cerebro que ordena todo. No se le escapa ningún detalle. Tiene contacto directo con Villa pero muchas veces él mismo resuelve los problemas. Un hombre vital en todos los movimientos del plantel.
El cuerpo técnico es completamente balanceado. Armoa es el que está pendiente de todo. Y su aporte viene desde que empezó su proceso, hace cinco años. Elogiado hasta por el propio Pepe Villa por “tener un ojo prodigioso” a la hora de elegir jugadores, Fabián se afirmó en su cargo y la rueda, en lo deportivo, se mueve a su alrededor.
A su lado, siempre Carlos León, aquel gran jugador del vóleibol sanjuanino de décadas anteriores que hoy es el asistente técnico ideal. Mezcla de tranquilidad y nerviosismo, cuando la situación lo requiere, León dijo ayer: “Cuando nosotros elegimos un jugador, antes averiguamos qué tipo de persona es. Acá eso tiene mucho que ver. Para formar un grupo unido es indispensable ser buena persona”.
El profe Leandro Lardone es el que completa esa trilogía en lo deportivo. El cordobés es vóley puro. Con experiencia nacional e internacional, “Lea”, como le dicen todos, no sólo es un excelente profesional en lo suyo, sino también un motivador especial. Está siempre al pie del cañón y es un apoyo vital para los jugadores.
Pero para que todo eso se ponga en vigencia hacen falta las estadísticas, los números previos y los que vendrán. Alberto “Beto” Varela es el estadista del equipo y no se le escapa nada. El chileno arrancó con el proceso de Armoa (antes también había trabajado en la institución) y representa un lujo por todo lo que aporta.
A su vez, el médico Eduardo Pinazzo y el kinesiólogo Carlos Baigorrí no en vano llevan muchos años con el plantel. Profesionales cien por ciento en los que les corresponde, también están para todo si hay que colaborar.
No se quedan atrás el masajista Antonio Navarro y el utilero Juan Carlos “Olla” González, especialmente este último, un amigo especial de varios jugadores por sus ocurrencias.
Y los jugadores, al margen de sus condiciones técnicas, son verdaderos profesionales. Buenas personas, familieros y responsables. “A tal hora y punto”, es la orden y ellos la cumplen sin ningún reparo.
