Cuando en San Juan se da cuenta periódicamente de incursiones de cazadores furtivos contra guanacos en la serranía precordillerana, en otras provincias se avanzó decididamente en el manejo sustentable de este camélido emparentado con la llama, la vicuña y la alpaca, a fin de utilizar la lana calificada de "’fibra preciosa”.
En la Patagonia comenzó un proyecto fabril inédito por su amplitud, superando las pruebas piloto para la utilización de lana de guanaco en hilados de alto valor de mercado -superior ocho veces a la mejor lana de oveja-, con una inversión de casi siete millones de pesos. La Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica adjudicó ayer un subsidio de 5,4 millones de pesos para el desarrollo de un circuito socio-productivo de fibra fina de guanaco, en respaldo de un recurso estratégico de la economía social en la Patagonia. Como contraparte, habrá un aporte del capital privado de 1,5 millones de pesos.
Se trata del plan de un consorcio asociativo público-privado, integrado por dos asociaciones civiles, la Universidad Nacional de Río Negro y la Dirección de Fauna Silvestre de la Secretaría de Medio Ambiente de esa provincia. Prevé la promoción de mejoras e innovación tecnológica en distintas etapas del proceso productivo, como arreo, encierre, esquila, liberación, enfardado, descerdado, limpieza, acopio, hilado, confección de prendas y comercialización de la fibra. También pretende la capacitación de productores y buenas prácticas de manejo animal, entre otros objetivos.
En las estepas patagónicas, donde habitan unas 600.000 cabezas, el 95% de las existentes en la Argentina, desde 1997 se realiza la cría en situación de semicautiverio, lo que permite obtener fibra y productos de hilados artesanales muy demandados en el exterior. Esta experiencia ha demostrado que los animales se adaptan fácilmente a la presencia del hombre, sin violencia, y sin problemas en la esquila.
Es un ejemplo para imitar en nuestra provincia, donde el guanaco es una presa para los depredadores de la fauna, que lo persiguen por el placer de matar. Poco saben que fueron animales casi sagrados para los aborígenes, que sacaban de ellos alimento y abrigo, gracias a su docilidad, lo que terminó con la llegada de la civilización, alambrando campos, y la explotación intensiva de otras especies.
