El Malbec es el vino varietal ícono de la Argentina junto con el tango y Maradona. El Tannat es considerado en Uruguay un emblema y en nuestro país es una de las cepas que constituyen excelentes vinos de corte junto al Syrah, Cabernet y Tempranillo. Las bodegas en la última década han puesto el ojo en estas variedades por su gran adaptabilidad al clima, buenas producciones que entregan vinos de gran cuerpo y excelente color, lo que les permite incluso hacer vinos que ‘aguanten’ en el tiempo o de guarda en concepto enológico. Se habla mucho en los programas de TV, radios y revistas especializadas de sus bondades y aparecen los bodegueros, agrónomos, enólogos y somelliers como los grandes actores de este despegue de calidad de los vinos argentinos.
Investigando sobre nuestra historia, llegó a mis manos un libro que un capataz de viña tenía hace muchos años en su casa de San Martín donde salían, según él, ‘unas fotos de uvas igual al libro que usted utiliza para enseñarme de variedades’. Pensé que se refería al libro de cabecera actual de los agrónomos, la ‘Ampelografía de Argentina’, publicado por el INTA en 1990 y que escribiera el ingeniero Alberto Alcalde. Pero no era este libro. El que me trajo este buen hombre le faltaban las primeras y últimas hojas por lo que no sabía quién era el autor y dónde se había realizado. Lo miré y grande fue mi sorpresa al descubrir que el mismo había sido elaborado en la Argentina en 1910, con fotos en blanco y negro donde aparecen los racimos y las hojas de las uvas que se estaban utilizando en ese momento. Observé las fotos y leí en una de ellas el nombre de la Escuela Nacional de Vitivinicultura y la firma de Leopoldo Suárez al pie. Quedé sorprendido por las recomendaciones de cómo manejar las uvas y el vino logrado en un estudio de varias uvas. A modo de conclusión Suárez decía para el Malbec: ‘Primero: esta variedad es por hoy la más aclimatada en la región y la que económicamente está consagrada como óptima para una plantación industrial y a la producción de un vino barato y de muy buena calidad. Segundo: seleccionado la variedad en base a nuestras constataciones, hay que multiplicar la de ‘pedúnculo rojo’ para evitar uno de sus graves inconvenientes: la corredura o cepa macho. Siendo pobre en acidez y en tanino, se hace necesaria la corrección, lo que la recarga en los gastos de elaboración’. Para el Tannat decía: ‘Que sería muy útil que nuestros viticultores tratasen de experimentar la mencionada variedad. Primero: porque la planta es muy fértil y productiva. Segundo: por no hallarse sujeta a corredura. Tercero: por producir un mosto rico en tanino, materias colorantes, acidez y azúcar y, cuarto: porque la cantidad de tanino contenida en las raíces le da cierta resistencia contra podredumbre, hecho aplicable a los terrenos húmedos. Tenemos la certeza de que esta variedad está llamada a prestar importantes servicios a nuestra viticultura’, concluyó el autor.
Pude descifrar luego que el libro tenía más de 192 hojas y se titulaba: ‘Contribuciones a los estudios ampelográficos’ de la mencionada escuela. Hoy la actual Enoteca de Mendoza es una vieja bodega y es el único edificio que se conserva de la Escuela Nacional de Vitivinicultura. Tiene más de 100 años.
El ingeniero Domingo Lino Simois refaccionó los viejos edificios y el 3 de agosto de 1897 se inauguró la Escuela Nacional de Vitivinicultura. No había sin embargo una bodega. Sólo se contaba con amplias extensiones de viñas, frutales y vivero.
La construcción arrancó en 1900 y a principios de 1903, la Bodega Modelo se puso en marcha. Tenía un laboratorio, muchos adelantos técnicos y un buen caudal de alumnos.
De las escuelas de Agronomía y Vitivinicultura egresaron las primeras generaciones de enólogos y agrónomos del país.
Un siglo después el señor Suárez demuestra que no estaba equivocado. Y pensar que muchos creíamos que la moderna tecnología del tercer milenio había ‘descubierto’ el potencial de esta uvas. Pensé el tiempo que perdimos los argentinos por no aplicar lo que muchos hombres de ciencia recomendaban. No me queda más que sacarme el sombrero.
