penas Betina Serignani se asomó por la ventana de la oficina, su instinto le hizo sospechar algo raro de esos dos sujetos bien vestidos que se aparecieron ayer en la mañana en las instalaciones de la Unión Vecinal de Trinidad (UVT), en Rawson. Pero una excusa eficaz que usó uno de esos hombres hizo recular la desconfianza de la mujer: "vengo a pagar la cuota de mi sobrino", fueron las palabras. Y la empleada sacó la llave de la puerta. Ahí, los dos sujetos empujaron a Betina, la encañonaron y la obligaron a abrir la caja fuerte donde había unos 2.000 pesos de las cuotas societarias y documentación, comentó Serignani. La mujer terminó maniatada, igual que una compañera.

Según la empleada, al menos dos sujetos a cara descubierta llegaron alrededor de las 9 hasta las oficinas del club, situadas en Abraham Tapia 1.380 Sur, Rawson. Y como es temporada baja, en la entrada no había guardias de seguridad que impidieran el ingreso de los delincuentes, relataron en el club.

"Golpearon la puerta y me asomé por la ventana. Vi a estos tipos y me llamó la atención porque nunca los había visto por acá. Estaban bien vestidos y cuando uno de ellos me dijo que venía a pagar la cuota de un sobrino, le creí y les abrí. Gracias a Dios no nos lastimaron o nos hicieron algo peor", relató Serignani.

Apenas la mujer abrió la puerta uno de los ladrones la empujó y la encañonó. El otro ingresó y redujo a Rosa Riveros, otra empleada que estaba sentada a escasos centímetros del ingreso. En ese momento, había otros empleados en el club, pero nunca se percataron del asalto porque estaban trabajando lejos de las oficinas, señalaron.

Los malvivientes llevaron a las dos empleadas a otro sector de las oficinas, donde está la caja fuerte. Mientras uno apuntaba a las mujeres, su cómplice comenzó a revisar y desparramar casi todos los documentos que estaban en los cajones de unos escritorios, contó la víctima.

Luego, los ladrones obligaron a Betina a abrir la caja fuerte donde habían unos 2.000 pesos, producto del cobro de las cuotas de los socios, unas chequeras y cupones de débito, comentó Serignani, quien agregó que además le sustrajeron el celular de su cartera.

Con el botín en mano, los delincuentes tiraron al piso a las empleadas y les ataron las manos por detrás, usando los cables de unos parlantes y de una computadora que había en uno de los escritorios. Después huyeron. A los minutos, las mujeres se zafaron de sus ataduras y pidieron auxilio.

"Como encargado del club puedo decirle que es el primer asalto que sufrimos en esta oficina en más de 20 años. Ahora tendremos que reforzar la seguridad y vamos a tener que enrejar las oficinas", comentó José Pereyra.