Músico, trovador, intérprete, pero sobre todo "contador de historias" y "vagabundo first class", como él mismo se definió alguna vez. Facundo Cabral, juglar de la canción popular argentina, tuvo una vida tan marcada por el dolor como por la "fuerza espiritual" que lo ayudó a superarlo.
Nacido el 22 de mayo de 1937 en la ciudad bonaerense de La Plata, Facundo integró una familia marcada por el abandono de su padre, cuando Cabral aún estaba en el vientre de su madre. "Soy un tipo de suerte", dijo el artista, al relatar que él y dos hermanos son sobrevivientes de un total de siete hijos que tuvo su madre, Sara, quien sola, acosada por la pobreza, resolvió mudarse a Tierra del Fuego.
Autista, según reveló alguna vez, Cabral dijo su primera palabra a los 6 años, al pronunciar el nombre de su madre. Volvió a hablar a los 9, cuando detuvo el auto oficial que trasladaba al entonces presidente Juan Perón. Le preguntó si había trabajo y la esposa del mandatario, Evita, se alegró de que "por fin" alguien pidiera empleo y no limosna y ordenó a los suyos que le dieran un trabajo a Sara.
Así, la familia se traslada a la ciudad bonaerense de Tandil, donde Cabral, mientras trabaja como peón rural, toma contacto con la música folclórica, pero también con el alcohol y la delincuencia. Por robar, es enviado a un reformatorio, donde, gracias a un jesuita, mitiga su comportamiento violento entre los libros de una biblioteca.
Finalmente se escapa y se produce el mítico encuentro con Simón, un vagabundo que le hizo descubrir a Dios y, además, dar el empujón inicial a su carrera musical, pues aquella experiencia epifánica le movió a componer su primera canción "Vuele bajo".
Guitarra al hombro, pocos años después, se mudó a Mar del Plata, donde el dueño de un hotel le dio la oportunidad de cantar en público por primera vez. Se consagró en 1970 con "No soy de aquí, ni soy de allá", canción cantada y grabada en infinidad de lenguas y países.
El trotamundos Cabral actuó en 165 países. Tocó con músicos como Julio Iglesias y Neil Diamond, conformando una exitosa dupla con Alberto Cortez. Fue declarado Mensajero Mundial de la Paz de la Unesco y en 2008 recibió el título de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.
Admirador de Jorge Luis Borges y Walt Whitman, escribió varios libros, pese a que el mismo reconociera que fue analfabeto hasta los 14 años. Autor de canciones como "Pobrecito mi patrón", Cabral editó decenas de discos con títulos como "Cabralgando", "Pateando tachos" y "Entre Dios y el diablo". Se lo escuchó incansablemente hablar de Jesucristo, de Gandhi y de la Madre Teresa de Calcuta. Relató que una vez le preguntaron a la beata si tenía amigos artistas, en referencia al cantautor, ella respondió: "Él no es artista. Es un testimonio de lo que puede hacer Dios con tu vida si te dejas llevar por Él".
Además de su matiz espiritual, sus canciones se caracterizaron por un tono de crítica social, por lo que se vio obligado a exiliarse en 1976 en México, con el advenimiento de la dictadura. A los 40 años, conoció a una joven veinte años menor que él con la que tuvo una hija. Ambas murieron en un accidente de avión.
Abatido por la tragedia, fue la Madre Teresa quien le preguntó "Facundo, ¿dónde vas a poner el amor que te va a sobrar?", y así se lo llevó a bañar leprosos a Calcuta. Desde hace algunos años vivía en un hotel de Buenos Aires, ya casi ciego tras haber enfrentado la pesadilla del cáncer, pero sin dejar de comunicar su arte. Nominado al Nobel de la Paz, Cabral murió víctima de una atroz violencia, a la que no le tenía miedo.
