Salvo algunas excepciones, para el doctor César Gimbernat -médico especialista en Medicina Interna y Legal, además del titular de la cátedra de Farmacología (que se cursa en 3¦ años) en la carrera de Medicina de la Universidad Católica de Cuyo- todo fármaco tiene reemplazante.

“En el mercado farmacológico argentino hay varias categorías. Existen los medicamentos originales o innovadores o marcas (que son los descubrimientos o desarrollos investigativos de determinados laboratorios), también las copias o marcas supletorias que tienen licencias de esos laboratorios para producir y además los que son copias sin licencia y que en el mercado se consiguen por el nombre genérico más la marca del laboratorio, lo que no significa que sea ilegal. Cualquiera de estos medicamentos puede reemplazarse entre sí. Obviamente habrá diferencia de precios, de marcas pero las composiciones farmacológicas, sus efectos y las normas de bioseguridad deben ser equivalentes. De hecho, cada droga debe tener al menos 20 nombres comerciales diferentes y por lo menos el 95 por ciento de los remedios tiene su sustituyente. De todos modos, hay que tener en cuenta que hay personas que por cuestiones psicológicas, por costumbre, inclusive cuestiones de su propio organismo generan resistencia o sintomatología adversa más allá de las reacciones prescriptas y previstas en los prospectos. Eso es entendible y ellos hasta podrían exigir legalmente tener stock de estos medicamentos que necesitan y que no pueden reemplazar. También existen fármacos similares, cuyos principios activos no están potenciados de igual manera por eso sus efectos no son semejantes´´, explica.

Para el profesional, la situación se resuelve con la confianza depositada en el médico que prescribe y en la educación al consumidor a no atarse a marcas.