Cuando hay partidos de fútbol, sus vidas cambian. Se concentran a puertas cerradas y están más atentos que nunca. No se trata de los jugadores, sino de los vecinos de algunas canchas sanjuaninas, que durante la previa, los 90 minutos y el final los encuentros, deben soportar las reacciones violentas de las barras. Los últimos incidentes protagonizados por hinchas, que terminaron con destrozos, policías lastimados y detenidos (ver aparte), encendieron una señal de alarma. Sin embargo, los vecinos de canchas como la de Unión y Trinidad, en Rawson, y la de Alianza, en Santa Lucía, dicen que viven cada partido con miedo. Por temor a las represalias, no todos los vecinos se animan a hablar y, la mayoría de los que cuentan su experiencia, no dan su nombre. “Cuando hay partidos en Alianza ruego que gane el visitante. Si no, los muchachos salen enojados y hacen lío”, contó un vecino de esa cancha, que vive cerca de la salida de la tribuna visitante. El hombre dijo que siempre hay problemas, por eso se encierra en su casa y no pierde detalle de lo que sucede afuera. Entre las precauciones más llamativas que toma está la de tener preparadas botellas de agua. “A veces, los chicos golpean la puerta para pedir agua. Yo prefiero darles lo que quieren para que no se enojen”, contó.
Otros de los que sufren la cancha de Alianza son los vecinos que tienen los patios de sus casas detrás de las tribunas. “No se puede dejar nada en el patio porque llueven las piedras. Además, hay robos. La semana pasada, no sabía que había partido. Mi esposa había colgado ropa y teníamos las dos bicicletas en el patio, nos robaron todo”, contó Jorge Correa. Y agregó que, “algunos no son hinchas, vienen a robar. A veces, mientras caminan hasta la cancha se van llevando lo que tienen a su paso. Tironean las mangueras y se las llevan con surtidor y todo”.
La vecina que vive al lado sufre lo mismo. La mujer, que prefirió no decir su nombre, contó que “muchos de los que vienen a ver los partidos trepan las paredes como gatos y se meten en el fondo. Hace una semana se jugó un partido, escuché un ruido en el fondo y salí. Estaban por todos lados, cerré la puerta del patio con llave y pasador y llamé a la Policía”.
Una situación similar viven los vecinos de la cancha de Unión. “Cuando hay partido nos metemos y cerramos los negocios. Las barras andan por todos lados y las piedras vuelan”, comentó la dueña de un local de la zona. Por su parte, un vecino que vive frente al portón por el que ingresan los hinchas visitantes dijo que “todos los equipos tienen hinchas que vienen a pelear. Los cruces más fuertes se dan cuando vienen equipos de Mendoza. Los colectivos terminan con todos los vidrios rotos”.
Quienes son vecinos de la cancha del Club Atlántico Trinidad no están ajenos a la problemática. La hinchada visitante sale por República del Líbano. “El partido que se jugó el jueves pasado -cuando hubo incidentes- fue un desastre desde el principio. Los hinchas se querían colar, trepaban las paredes y cruzaban por los techos de las casas. Fue increíble”, comentó Asunción Plana, que vive en el lugar. Mientras que, un vecino que no dijo su nombre destacó que “el mayor problema es que para rellenar el callejón que lleva hasta el portón pusieron piedras. Y esas son las piedras que usan las barras para tirarse entre sí y golpear al que pase”.
Allí, según los vecinos, la situación de violencia es tan normal que, en los barrios cercanos a esta cancha se avisa a la gente cuándo habrá partido para que tome recaudos. Dicen que este es un modo de protegerse. “Cuando van a jugar nos mandan papeles por abajo de la puerta avisándonos que guardemos los autos para que nos los rompan”, contó una vecina del barrio Atlético.
