En el campeonato corrido en Río Negro, Carlos Escudero y la gente que lo dirigía tomó una decisión que casi le pasó factura en contra. Inflaron las ruedas de la bicicleta con oxígeno, que al ser más liviano que el aire, permitía hacer el esfuerzo, de 110 kilómetros, más llevadero. El tema fue que perdieron presión y por poco, este tema, casi complicó el final de la historia.
