�Humildad. Fuera de lo futbolístico, esa es la primer cualidad que se le destaca a Carlos Tevez, todo un líder a los 31 años y en su mejor momento como profesional. Su imagen se agiganta cuando se lo compara con las otras ‘celebridades’ que se encuentran en ese ‘Olimpo’ imaginario del fútbol moderno. Como mínimo, hay un abismo entre el cariño que despierta en la gente el Apache y el casi por una unanimidad considerado el mejor del planeta, Lionel Messi. Tevez es pueblo y no solo por haber nacido y criado en ese barrio marginal y tan temido de Buenos Aires llamado Fuerte Apache, cuyo slogan popular es ‘entra si querés, salí si podés’. Carlitos, quien vivió ahí hasta los 16 años en el nudo 1 del Fuerte, no reniega del clamor popular que despierta. Por el contrario, goza de él y lo disfruta. Ayer, lo demostró en su llegada a San Juan cuando al ingresar al hotel se salió de todo protocolo de seguridad y saludó al sanjuanino, Cristian Vargas, excompañero suyo en las inferiores de Boca.
Tevez tiene el futuro económico asegurado tanto para él como para varias de las generaciones futuras de su familia. Pero desde que volvió al xeneize, demostró que posee memoria. Se abrió la Bombonera en su presentación por expreso pedido del delantero y no se pagó entrada: para ingresar a verlo nuevamente con la 10 en la espalda había que llevar un alimento no perecedero que fue destinado al comedor infantil Bichito de luz, de Fuerte Apache. Su barrio y otros lugares marginales de Buenos Aires como la Villa 31, La Maciel, Villa La Ñata y Ciudad Oculta, fueron ‘homenajeados’ en el 2013 por Tevez cada vez que hacía un gol con la Juventus y luego se levantaba la camiseta del club para mostrar otra con estas inscripciones. El Apache siempre que volvía de Europa cuando transitaba por los mejores clubes del planeta, se daba su tiempo para escaparse a Córdoba y despuntar uno de sus hobbies: sentía que cumplía el sueño de cualquier mortal cuando subía al escenario para entonar ‘Un muchacho de barrio’, junto a otro ícono popular argentino, su tocayo, Carlos ‘La Mona’ Jimenez.
Todas las carencias económicas que padeció en la niñez no le impidieron adaptarse a lugares con mucho glamour como Manchester o Turin. Se recibió de profesional 100%, más allá de los encontronazos con varios DT que quisieron cambiarlo.
A diferencia del máximo ídolo de Boca -Román Riquelme, claro-, Tevez no divide aguas. Es distinto justamente a su ídolo de la infancia: reina sin buscar enemigos o rivales. Son diferentes, al igual que en la cancha. Aunque los dos con una capacidad de liderato indiscutible y ganadores natos. “Si no fuera por el fútbol, hubiera terminado muerto o en la cárcel, como les pasó a muchos de mis amigos del barrio”, contó en más de una ocasión, como siempre con la sinceridad a flor de piel, el papá de Florencia, Katia y Lito Junior. Su contrato con el xeneize finaliza luego del próximo Mundial, en el 2018. Parece que será el cierre de una carrera majestuosa y digna de una película de Hollywood. Porque encontrar otro Tevez será ‘very difficult’.
