Matrimonio gay: “No soy quién para juzgar la homosexualidad, porque todos somos hijos de Dios sin importar la condición de cada uno. Como párroco he contenido a jóvenes homosexuales y lesbianas que viven su condición de manera problemática. Lo que no comparto es la intención de alterar lo natural”.

Falta de sacerdotes: “Hay cierta apatía hacia Dios. Los jóvenes creen que existe, pero les da igual. Creo que esto se debe un poco a una mezcla en la religiosidad donde la gente está en una fiesta patronal un día, y al otro le prende una vela al Gauchito Gil. En esta mescolanza no puede surgir vocación para servir a Dios”.

Abusos en la Iglesia: “Lamentable. Rescato la posición de la Iglesia, que decidió dejar de tapar estos hechos para evitar ser cuestionada, como lo había hecho hasta hace diez años. Todos debemos condenar pecados semejantes que atentan contra toda la humanidad”.