Buenos Aires.- El Pro y la Unión Cívica Radical bonaerense son dos socios en conflicto permanente desde aquel 25 de octubre en el que, unidos, derrotaron al peronismo. Algunos radicales definen con duras palabras la situación: “pan y agua para el radicalismo”. En esos roces quedó involucrada la médica sanjuanina Zulma Ortíz, quien fue elegida por la gobernadora Vidal para ocupar al Ministerio de Salud, lugar que era pretendido por los radicales.
De todos modos, más allá de sus discordancias, también es cierto que los radicales tuvieron un rol importante en el triunfo en las elecciones, en especial por la fiscalización que desarrollaron ese día y por la logística que aportaron en todos los distritos, máxime cuando es sabido que si de algo carecía y carece el Pro es de depliegue territorial.
Vidal pidió a la conducción del radicalismo un interlocutor único para tratar el reparto de las funciones de gobierno. Esto, que ocurrió inmediatamente después de la victoria electoral, le fue concedido y el designado fue su vicegobernador, Daniel Salvador. El problema apareció pronto, cuando empezaron a golpearle la puerta los nosiglistas, los alfonsinistas y los storanistas.
Los radicales también habían pedido ubicar a uno de sus hombres en el Ministerio de Salud, incluso le presentaron algunas ternas de candidatos a Vidal, que se encargó de desdeñarlas metódicamente hasta que se decidió por la epidemióloga apolítica sanjuanina Zulma Ortiz y desató otro conflicto con sus aliados.
