Sobre las paredes blanqueadas a la cal, que dan a la calle Charcas, se lee en letras verdes ‘Unión Vecinal Villa Flora‘, una institución de más de 50 años que aún con todo en contra, quiere resucitar.
La puerta de madera testimonia el paso del tiempo de la construcción de adobe que sirvió de sede desde 1957 a la unión vecinal de una de las villas centenarias de Rivadavia. Pero aunque durante décadas esa casa fue el alma de Villa Flora, donde se hacían las fiestas de todo el vecindario, hoy no se puede utilizar por una orden municipal.
‘En el 2006, vinieron de la Municipalidad de Rivadavia a clausurar la sede porque es de adobe y nos pidieron los planos. ¿De dónde vamos a sacar los planos si en la época en que se construyó esto los planos se hacían dibujando con el dedo en la tierra?‘, dijo María Teresa Oviedo, integrante de la última comisión directiva que tuvo la unión vecinal.
La acompañan Nilta Tapia y Pedro Calívar, otros ex integrantes, porque hace dos años que la institución está acéfala. ‘Como no pudimos presentar el balance, no hubo asamblea y no se eligió nuevas autoridades. Si los vecinos no nos unimos, esto se muere‘, profetizó Nilta. Pedro adhirió al comentario: ‘Acá para pagar la luz de la sede, o sacamos plata del bolsillo nuestro o hacemos una rifa. Por eso queremos movilizar a los vecinos, para resucitar a esta institución y que sea un lugar donde los chicos y los jóvenes puedan venir a reunirse y hacer deporte, entre otras cosas‘, afirmó.
Como la construcción de adobe está muy deteriorada tendrán que demolerla y edificar una nueva. Al final del terreno, hay dos baños nuevos que se construyeron gracias a un proyecto de extensión de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNSJ. ‘Tenemos la promesa de Ana María López, la intendenta electa, de ayudarnos a recuperar este lugar.
Por eso acá la estamos esperando, para que cuando se haga cargo, nos pongamos todos a trabajar‘, dijo Pedro.
