En la Villa, los partidos no se juegan, sólo se ganan. Con ese espíritu, con esa mística que hizo posible muchas veces lo que parecía imposible, Independiente Villa Obrera volvió a empezar en el Argentino B, al lograr su primera victoria en la Zona 4 gracias al gol de Ramoncito Avila. Fue triunfo sobre Murialdo de Mendoza sin que le sobre fútbol. Eso sí, sobró la actitud, la personalidad y la convicción de tener que ganar por primera vez en la temporada para dejar atrás esa crisis que incluso se llevó un cuerpo técnico. Villa Obrera fue Villa Obrera. Mucha entrega, mucho sacrificio y algunos destellos de fútbol cuando se asociaron Nuñez con Rodrigo Jofré. Murialdo dejó una pobre imagen, sin mostrar demasiados argumentos.
De entrada, todo tenía que ser de la Villa y así lo propuso el equipo del Pepe Bravo que intentó meterle presión a Murialdo en la salida y ahogarlo, pero el conjunto mendocino se las arregló para aguantarlo primero y después para quitarle la pelota. Sin eso, Villa Obrera se empezó a repetir en pelotazos y nada más. Hubo muy poco juego y en ese primer tiempo la única chance de gol que tuvo el Villero fue en los pies de Darío Aballay que terminó sin poder definir cuando había quedado cara a cara con el arquero. En la segunda parte, el inicio de Villa Obrera fue letal porque a los 2’ abrió el marcador con un anticipo de Ramón Avila que dejó sin chances al arquero mendocino. Ahí, Murialdo se fue encima y el arquero sanjuanino Araoz sostuvo el triunfo son dos tapadas sensacionales: en un tiro libre y antes en un cabezazo tremendo. Aparecieron algunos espacios y la Villa pudo haber liquidado antes el partido pero no acertó en la definición en una maniobra de contra que armaron Jofré, Nuñez y Amaya. Con la necesidad de ganarlo como sea, Pepe Bravo empezó a cerrar el partido en el tiempo que le quedaba, rearmando el medio con Galvez y Gaetán como volantes centrales y dejando a Avila solo como punta. Con eso, la Villa se las arregló para resolver un triunfo que necesitaba para volver a empezar.