Un ejemplo notorio es el de Salta. Con apenas 2.500 hectáreas concentradas en el valle de Cafayate, 28 bodegas y con una producción de uvas de algo más de 28 millones de kilos (lo que produce por ejemplo todo Albardón) gana en divisas por exportaciones casi 20 millones de dólares, centrando sus ventas en Estados Unidos y Países Bajos. Sus envíos son 100% de vino fraccionado, nada a granel.
La Rioja con 7 mil hectáreas 17 bodegas y una producción de 121 millones de kilos (un poco más que todo el departamento de Caucete) tiene como principal cliente al Reino Unido y Alemania.
Neuquén con 1.650 hectáreas, 9 bodegas y una producción de 15 millones de kilos (el equivalente a la producción de todo Ullum) vende por más de 13 millones de dólares con 100% de fraccionamiento principalmente a Estados Unidos.
Merece destacarse Río Negro, que con 1.700 hectáreas, 27 bodegas y una escasa producción de algo más de 8 millones de kilos de uva (muy similar a lo que se produce en todo Rivadavia) vende en promedio a 6,46 dólares por litro contra los 1,12 de los vinos sanjuaninos.
Esto pone de relieve el gran crecimiento de estas provincias con gran inversión y un fuerte turismo vitivinícola que hace que sus vinos tengan más mercado que nuestra provincia.
San Juan recibe ampliamente más ingresos en sus exportaciones vitivinícolas por sus mostos, pasas y uva en fresco que por sus vinos. Incluso mucha uva de buena calidad, caso Pedernal y Zonda se venden a Mendoza sin posibilidad de elaborarse en origen. Nuestros vinos han ganado premios con muy buenos puntajes en certámenes nacionales e internacionales, con muy buena relación precio producto, pero no salimos a vender como corresponde. Estamos muy caídos y muy centrados en el mercado interno que es importante sin duda, pero la variante de exportación nunca debemos dejarla si queremos imagen internacional.
Datos preocupantes de competitividad de las bodegas sanjuaninas y que hay que revertir con nuevas inversiones y políticas de mediano y largo plazo.
