Hipótesis confirmada: Elsa Beatriz Sánchez (54) murió a causa de, por lo menos, dos golpes en la zona izquierda de la cabeza (uno de los cuales, en el ojo, le provocó 7 fracturas). También se supo que antes de perder la vida se resistió (le detectaron lesiones defensivas) y, lo más grave, fue ultrajada sexualmente. Según fuentes del caso, esas fueron las conclusiones preliminares del médico forense, quien habría estimado que la víctima falleció alrededor de 96 horas antes de que analizara el cuerpo.

Por lo bajo, los pesquisas estaban convencidos de que no podía ser otra la conclusión. Y ayer estaban casi seguros de que uno de los cuatro detenidos (todos inquilinos de la víctima, vivían en el fondo) está mucho más complicado que sus presuntos cómplices en la autoría del aberrante delito cometido contra esa mujer pensionada, con alteraciones mentales y madre de tres hijos, quienes no vivían con ella desde por lo menos un mes y medio atrás, precisamente a causa de sus problemas psicológicos (rasgos bipolares y esquizofrénicos).

Ese principal sospechoso es el changarín Ricardo Ernesto Tejada (42). Los pesquisas creen que él golpeó a la mujer (supuestamente con una pala) y también la violó antes de que perdiera la vida.

Todo se descubrió alrededor de las 16.30 del jueves en la casa de la víctima, la 5 de la manzana A del Lote Hogar 35, en Pocito.

Hasta lo que pudieron reconstruir los pesquisas, al menos uno de los delincuentes entró por una ventana lateral que estaba cubierta con una mesa y creen que Carlos Navea (19) hizo ese trabajo. En esa hipótesis, el joven abrió desde adentro la puerta a su padrastro, Tejada, y entre ambos protagonizaron una lucha con la víctima, que se habría defendido con un cuchillo y con sus propias manos. Lo que siguió, la parte más aberrante del delito, pudo ser obra de Tejada, suponen los investigadores.

En esa teoría, la concubina de Tejada y madre de Navea, Julia Tapia (42), habría entrado a la casa en compañía de otro hijo de 17 años (ambos detenidos), pero al ver a sus parientes habrían salido enseguida. Por eso suponen que sólo encubrieron.

¿Qué entraron a hacer? Ese es un punto sin dilucidar, aunque no se descarta que el ataque se hubiera cometido para robar unos 9.000 pesos de una herencia, que la víctima aún no tenía en su poder.