Los cuatro líderes, que se disponen a lanzar un bloque de libre comercio en junio, la Alianza del Pacífico, hablaron a puertas cerradas por teleconferencia durante una hora el 5 de marzo. Cada uno estaba sentado ante una mesa semicircular, flanqueados por sus respectivos ministros de relaciones exteriores y economía, frente a televisores de alta definición en los que podían ver a sus contrapartes en escenarios similares. El colombiano Juan Manuel Santos dijo más tarde que había sido una reunión "histórica”, porque "no tenemos conocimiento de que se haya realizado en el mundo una cumbre presidencial virtual”.

Pregunté al respecto en la Casa Blanca y me dijeron que el presidente Barack Obama ha tenido reuniones bilaterales vía teleconferencia con Gran Bretaña, Afganistán y otros países, pero ninguna cumbre virtual. Novedosa o no, la idea es excelente, por razones que van mucho más allá del ahorro de tiempo y dinero.

Latinoamérica tiene tantas cumbres presidenciales que no sería extraño que ostente el récord mundial. Y, por lo que he visto cubriendo docenas de cumbres en las últimas tres décadas, casi todas son una seguidilla de discursos emotivos, llenos de fervor patriótico, pero que rara vez producen resultados concretos. Hay más de una docena de cumbres económicas al año, más varias cumbres políticas, sin contar las latinoamericanas con EEUU, con países europeos, asiáticos, y reuniones bilaterales.

Casi todas son costosos ejercicios de turismo político, en la que los presidentes llevan enormes séquitos de funcionarios y periodistas en aviones presidenciales, y hacen sus discursos para el consumo doméstico. De hecho, al igual que en las Naciones Unidas, los presidentes no hablan entre sí, sino con sus audiencias en sus respectivos países. ¿Recuerdan cuando el venezolano Hugo Chávez estrechó la mano del presidente Obama en la Cumbre de las Américas de 2009, y le entregó un libro que culpaba a Estados Unidos de todos los problemas históricos de Latinoamérica? ¿O de cuando el ex presidente colombiano Alvaro Uribe señalaba a Chávez con el dedo índice, acusándolo de estar armando a la guerrilla colombiana?

Le pregunté al ex presidente peruano Alan García, si todas estas reuniones sirven para algo. García se rió, y meneó negativamente la cabeza. "Cada presidente va con su discurso hecho. Es un diálogo de sordos”, expresó. Recordó que "llevan los canales de TV de su propio país. Sus delegaciones parecen caravanas de camellos en el desierto”, y aclaró que el viajaba en aviones de línea, con una delegación muy pequeña. (Recordé que Chávez, tras asumir, se compró un avión Airbus A 319CJ de U$S 78 millones, y que los presidentes ecuatoriano Rafael Correa y boliviano Evo Morales, siguieron sus pasos comprando costosos jets presidenciales).

Mi opinión: Ya es hora de que los presidentes rindan cuentas a sus pueblos por el despilfarro de millones de dólares en viajes de propaganda personal, sin ningún resultado visible para sus países. Sería mucho más provechoso que realizaran cumbres virtuales periódicas por temas puntuales, y una o dos cumbres anuales en algún lugar en que los presidentes podrían concentrar todas sus reuniones. Cambiaría la naturaleza de estas cumbres, que dejarían de ser puro espectáculo para convertirse en reuniones de trabajo.