San Juan, 19 de enero.- Hugo Moyano tiene 55 años y hace 40 que vive en un puesto en Casuarinas, 25 de Mayo, al que se accede por una huella salitrosa de 10 kilómetros. Huella que ayer, como con cada lluvia de verano, quedó intransitable.

Aunque Hugo sólo visita “la ciudad”, como él denomina a la villa cabecera de su departamento, dos o tres veces al mes, esta vez el aislamiento se extenderá al menos por cinco días. En ese tiempo, no podrá salir ni recibir a los familiares que habitualmente lo visitan. Es que la lluvia, hizo que la huella se vuelva intransitable cualquiera sea la movilidad con la que se cuente. “Nosotros no tenemos una calle, sino una huella que cuando llueve se inunda toda, es sólo barro y es un peligro pasar por ella”, relató el puestero que se dedica a la cría de animales.

“Por lo menos estamos unos 5 días sin poder salir a la ruta pero, mientras acompañe la salud, la lluvia siempre es considerada una bendición”, aseguró el hombre después de la fuerte lluvia que, por suerte, sólo dejó algunas goteras en su casa.

Pese a lo que el grueso de la gente puede pensar, ni Hugo ni los 150 puesteros del departamento quieren que el gobierno provincial o municipal acondicione los accesos. “Nosotros amamos el campo y la lluvia forman parte de esta vida. Con el agua, los animales no pasan necesidades y la pastura crece sin problemas, es un regalo de Dios”, aseguró y recordó que el año pasado “la pasaron feo” por la falta de precipitaciones.

Así, mientras en la ciudad los conductores se quejan por el tráfico o un semáforo en rojo, a pocos kilómetros hay quienes prefieren hacer frente a los avatares del tiempo y mantener el paisaje autóctono. “Nosotros elegimos vivir así”, repitió Hugo y simplificó con esa frase sus 40 años como puestero.