Los altos niveles de conflictividad que vive la sociedad en su conjunto preocupan al ciudadano común, al trabajador que diariamente lucha por mantener su ocupación para dar bienestar a su familia, a la vez de estar en guardia ante una inseguridad que no solo afecta a los argentinos.

Es que la ira incontenible de grupos violentos rompe la trama profunda del mundo en que se vive, arrastrándolo a severas preocupaciones y acotando su tiempo de paz, sosiego y esparcimiento. Algunos estudiosos hablan de la ira roja, la rebelión compulsiva que agrede y enfrenta; y la ira blanca que con su cinismo e hipocresía mantiene un nivel de indiferencia generando en los distintos ambientes, político, social, económico y cultural un desconocimiento de lo humano, de lo raigal y de las más puras tradiciones.

Países desarrollados como Estados Unidos, trazan año a año a través de sucesos sorpresivos un mapa de violencia que grafica situaciones de alienación convergentes con la locura, como el del joven armado que ejecutó en Connecticut a 27 personas, incluyendo 18 niños y 9 adultos, entre ellos la propia madre del asesino, en una muestra de que la realidad supera a la peor ficción. Más allá del hecho en sí, debe estar la preocupación social para investigar y hallar soluciones a esta situación problemática que involucra a muchos países y de distintas formas.

La era de las redes digitales contribuye también a diseminar cada vez más fotos de jóvenes con armas, a la vez que la idea de violencia prolifera en la mente de algunos sectores con sentimientos de represión, aislamiento, exclusión e inadaptación al medio. Suponer un planeta con el virus del odio, nos prepara para la más difícil de las guerras: con uno mismo y con los otros.

Los seres inteligentes comprenden que no existen terrenos ideales y hombres perfectos, pero habría que preguntarse dónde están los grandes errores que modelan cerebros hasta la programación para el lavado de la mente inculcando ideas nocivas y perturbadoras. Hay reiterados pedidos desde todos los sectores del conglomerado social por la solidaridad, el ecumenismo, la fraternidad y el entendimiento universal.

Alentar la violencia aun desde la inconsciencia de un juego electrónico no es bueno y puede terminar en hechos de incalculables derivaciones. El hombre hoy mas que nunca debe encontrar su propio camino y sus triunfos sin agresión y a la vez aprender a superar obstáculos y llegar a la meta final con la nobleza de su justo proceder.