Don Renato lo puso en marcha. Se acercó un poco al aparato, porque micrófono de mano no tenía; dijo a modo de prueba dos o tres palabras al estilo locutor, y reprodujo; y luego escuchamos, extasiados, nuestras voces y su propuesta de que grabáramos alguna canción, un pedacito aunque fuera. ¡Qué emoción escuchar el registro nítido saliendo de ese pequeño aparatito familiar, cuando grabar en sellos era casi una quimera!
Han transcurrido muchos años, pero el paso del tiempo no deroga los buenos recuerdos, los agiganta, de ellos nos alimentamos. Tener entonces un grabador "Geloso" era un privilegio. Sobre todo en épocas cuando aparecía como un horizonte de buena ventura aquella ola gigantesca del folklore de los sesenta y todos queríamos tener alguna grabación.
De aquellas épocas nos queda un precioso recuerdo: en el "Geloso" familiar de don Renato Villegas grabamos dos zambas, "La Gringa", de Oscar Valles y "Verano", nuestra. Él envió la cinta casera a un estudio profesional de Buenos Aires, desde donde nos enviaron al poco tiempo el disco de pasta. Luego de años, salí a buscar el disco por entre las cosas guardadas. Allí estaba, acurrucadito y digno en un viejo sobre marrón; escritas a mano en su centro el nombre de las canciones; grabado en mi alma su itinerario de nostalgias. Y fue entrar a un rojo túnel del tiempo al escuchar aquellas voces casi aniñadas. Las dos zambas se enseñoreaban con aquel orgullo juvenil; lo remontaban en volantines caseros y vida de escasos años; revoloteaban con él un brillante cielo de aquel San Juan de la infancia, con amenazas de lluvias estivales y lágrimas de todo pelaje. Nada se ha perdido. El pasado bulle generoso entre las esculturas del presente. Somos eso: aquellas semillas de vida en ensayo, aquellas tardes de bosquejo de amores. Nada se ha perdido. El olvido va a contravida. De nada podemos evadirnos, pero es imprescindible recostarse en las cosas bellas y los momentos dichosos. Con eso es suficiente para acariciar la felicidad, ese extraño cielo que se escurre y huye, que se cae y vuelve. El viejo "Geloso" de don Renato Villegas, desperdigadas sus piezas en la contundencia de los años, se ha reciclado en gotas de lluvia y zambas, y sigue dando registro de inocencias. Ahora es amo y señor en el escaparate de los recuerdos.
