Hoy a las 11, en el panteón de Sadaic en el cementerio de Chacarita, inhumarán los restos de Horacio Salgán, el pianista que falleció ayer por la mañana, a los 100 años, que había cumplido en junio. Uno de los más lúcidos e inspirados músicos que dio el tango, fue autor de piezas emblemáticas como ‘Aquellos tangos camperos’, ‘Don Agustín Bardi’ y ‘A fuego lento’; donde dejó ver un estilo personal que causó admiración en artistas de la talla de Daniel Barenboim, Arthur Rubinstein e Igor Stravinsky.

Director, pianista, arreglador y compositor, no fue ni el más popular, ni el más estridente ni, acaso, tampoco, el más ‘vivo’ de un ambiente que lo cargaba por no participar de los hábitos nocturnos de sus colegas. A pesar de eso fue el que entregó su vida al estudio y a la música. Irradió su técnica hacia la música brasileña, peruana, el jazz y lo clásico. Del mismo modo, el tango de Salgán lleva una dosis de negritud propia de las tradiciones musicales del continente.

Su figura alcanzó tal dimensión que distintos homenajes se montaron luego de que cumpliera 100 años, el 16 de junio pasado, entre ellos el concierto que ofreció Barenboim en el Colón el 29 y 30 de junio pasado y también un ciclo titulado Celebración Salgán que se está desarrollando en estos momentos en el marco del Festival de Tango de la ciudad y en el que 18 pianistas de distintas extracciones como el jazz, el tango y el folclore releen e interpretan sus composiciones. Su última actuación para el público masivo fue en 2010 para la celebración del Bicentenario del 25 de mayo de 1810.