Con lágrimas en los ojos, pero con la convicción intacta, Paloma Herrera saludó en medio de una ovación. Había culminado una gran función, como todas a las que tuvo acostumbrado a su público; sin embargo, no era como las otras. Había sido su último baile, su último vuelo, su última vez. La maravillosa bailarina argentina cumplió así, el sábado por la noche, aquella decisión plan que había elaborado sin prisa y sin pausa, convencida de que ya era el momento. Y con la inevitable emoción los últimos giros y saltos en ese escenario donde debutó a los 7 años; pero también con la serenidad de saber que hace lo que siente, entregó todo, lloró, sonrió y tal vez dijo, misión cumplida.
Romeo y Julieta de Prokofiev con coreografía de Maximiliano Guerra. fue la obra que puso punto final a su exitosa carrera de bailarina; y de la que disfrutó no sólo un teatro colmado -que la aplaudió de pie-, sino también un multitud que la siguió en vivo por la pantalla gigante que se instaló en la Plaza Vaticano y hasta los que la vieron a través de la web del Teatro Colón, feliz iniciativa para que todos tuvieran acceso a esta gala histórica de ballet.
