Se le ponen los ojos vidriosos, traga saliva y sigue hablando sin quebrarse. María de Brizuela no quiere mostrar flaqueza, pero confiesa que está desesperada, que no sabe por qué su hijo Juan fue sacado de su casa y derivado a un hogar por decisión judicial. Según la Justicia, el chico de 11 años que vivió 11 meses conectado a un corazón artificial y trasplantado en marzo pasado, no era bien cuidado por sus padres, tanto en el control de la medicación como en la limpieza de la casa (regalada por el Gobierno), lo que puso en riesgo su salud. Juancito actualmente está en una casa hogar estatal junto a su madre, bajo la supervisión de profesionales. Sus tres hermanos y el padre siguen en su vivienda de Colonia Fiscal, Sarmiento. "Nunca le hice faltar los remedios a Juan, porque si no se los doy, él se me muere ahí nomás. Yo no descuidé a mi hijo Juancito y no entiendo por qué me hicieron esto. Jamás lo dejé solo, en ningún momento de todos estos años que venimos luchando por su enfermedad", se descarga María.
-No sé, ya no sé qué pensar. Mi hijo estaba bien cuidado, en su piecita limpia, con su TV, con su juego, con la computadora. Acá -por el hogar estatal- está desesperado, encerrado en su pieza, sin siquiera poder meterle mano al televisor. ¿Quieren matarlo después de todo lo que sufrió? Para que esté así, tirado en una cama, sin querer tomar ni agua, ya no lucho más y dejo que se me vaya. El me dice: "Mamá, ¿para qué me dejaste vivir, para estar metido entre cuatro paredes?". Y no sé qué decirle. Él quiere estar con sus hermanos, en su casa. Tiene sólo 11 años.
-Yo respondo por mí, porque no puedo hacerlo por mi marido. Él se encargó de los hermanos cuando yo estuve en Buenos Aires -Juan y su madre vivieron desde febrero de 2009 hasta agosto de este año en el Hospital Garrahan-, pero desde que estamos en San Juan, en ningún momento Juan se quedó solo. Si no, pregúntenle a mi hijo cuando salga de acá, o a las mamás del Garrahan, que hasta me ofrecieron una pieza para que me quede allá con todos mis hijos.
-Con los medicamentos no hubo descontrol. Mi hijo y yo sabemos de memoria cada remedio y la hora para tomarlos. El médico que le hizo el trasplante me dijo que acá en San Juan estaban locos porque si a Juan no le hubiese dado los remedios como corresponde, ya se me hubiera muerto. Y sí, la casa no está bien, pero no es nuestra culpa. El baño que me hicieron es una mugre, la casa tiene piso de cemento, el Garrahan pidió un baño exclusivo para mi hijo, pero no me lo hicieron, y hay tierra por todos lados. Ni agua potable tenemos. Si el Gobierno me quiere ayudar, que se ponga una mano en el corazón y que me dé una casa como la gente -NdR: le hicieron un módulo habitacional de emergencia-, y cerca de la ciudad, para que pueda llevar a mi hijo a control sin depender de nadie.
-Mentira, jamás vino la municipalidad a limpiarme la casa. El problema es el baño, que es espantoso, no es para mi hijo. No está terminado, no tiene cerámicos. Me dijeron que lo lavara 5-6 veces con lavandina, pero yo no lo voy a andar lavando a cada rato porque lo usamos todos en la casa. La pieza de Juan está limpia y él hasta se baña ahí, con un fuentón. Yo lo baño todos los días y todos los días le lavo la ropa.
-Si yo pudiera estar en mi casa, en una casa como la gente, no le pediría ayuda a nadie. Yo luché muchos años por mis hijos sin pedir un paquete de comida. Y si tengo que limpiar, lo voy a hacer. Ya le dije a mi marido: ahora movete vos para hacer las cosas, los papeles, todo eso. Después de tantos años fuera de casa, yo este año quería pasar las fiestas en mi casa, con todos mis hijos juntos, pero ya veo dónde y cómo las vamos a pasar.
