Dice que lloró y le preguntó a Dios, “¿Porqué a mí?”. Fabián Orozco, púgil profesional que el pasado viernes perdió por nocaut con el cordobés Julián Aristule, no sólo perdió el título interino latino supergallo de la OMB (Organización Mundial de Boxeo). Le noquearon la ilusión. Esa mano que se “comió” cuando culminaba el segundo round, le sacó de las manos la oportunidad internacional de combatir el 20 de julio ante el norirlandés Carl Frampton por una eliminatoria al título mundial de la FIB “Entré confiado y me equivoqué. En el primer round me conectó y no me hizo daño. Estaba convencido que le ganaba rápido”, contó el púgil que el mismo lunes volvió al gimnasio de la Escuela Taiwan, pensando más en lo que vendrá que en lo que pasó.

Consultado sobre si no entró pensando más en la pelea que venía en Londres que en la que tenía que hacer en Rosario, reconoció que fue así. “Me cabeceó en el primer round y le dije, ‘Aristule no me vas a cortar’. Después vino esa mano que me confundió”.

“Yo creo mucho en Dios y se que me dará otra oportunidad. Ya van dos que no se me dan. La primera fue aquella en Sudáfrica cuando tenía todo listo y no pude viajar por el tema del documento que estaba roto y no pude sacar el pasarote y esta es la otra. Dios me va a acompañar alguna vez”, dijo a media voz.

La amargura la esconde debajo de la gorra que se sacó sólo para realizar la sesión de fotos. La tristeza de sus ojos trasunta no sólo la chance deportiva que dejo pasar, sino los 20.000 dólares que iba a ganar si peleaba en Londres. “Me había hecho muchas ilusiones. Con esa bolsa iba a arreglar mi casa y otras cosas”, su voz se quebró y levantando la vista dijo con más resignación que convicción. “Ya está, peleas son peleas. Ésta me dejó como enseñanza que cualquier rival por débil que sea puede ganarte”.

Sobre la pelea adujo que hizo todo mal. “Estaba tan bien entrenado. Me sentía tan fuerte que me confié y no hice lo que debía. Tendría que haberlo boxeado”, afirmó.

Con respecto a la definición, Noni, contó que en su afán por conectar al rival no cuidó su guardia. “Tendría que haber salido para los costado. Tendría que haberlo trabado. Pero no, estaba ciego, quise cambiarle mano por mano y recibí la segunda piña en la sien. La mano que sentí fue la primera, con la que no me caí. La otra más que sentirla me hizo perder el equilibrio. Le juro que estaba conciente. Me daba cuenta de todo”, se explayó cuando se le hizo notar que a través de la imagen televisiva se notaba que le pegaba al suelo y se lamentaba. “Sí, sí, en ese momento me di cuenta que no iba a pelear con Frampton, se me vino el mundo encima”, afirmó.

A la hora de sincerarse con respecto a quienes son los responsables de haber arriesgado en el país la chance de la eliminatoria mundialista, Orozco le sacó culpas a su entorno. “Yo le dije a Rivero (Osvaldo, su promotor) que quería ir a Londres con una pelea más en el cuerpo, que me sentía fuerte y que estaba para pelear por eso la acepté”, contó.

El domingo a las 7 de la mañana cuando entró a su casa recibió el abrazo de Franco (6 años) y Thiago (1). “En ese momento me dije que tenía que ser fuerte, que tenía que entrenar más y más fuerte para estar listo para la otra pelea”, afirmó el púgil que luego pidió que se le publicaran los agradecimientos a la gente que lo apoya. “Quiero pedirles disculpas a Don José Díaz (Sindicato Empleado Públicos) a la gente de la Municipalidad de Rawson y a Don Alejandro Villavicencio (UTA). En la próxima no les fallaré”, culminó.