Daba gusto ver el empeño y la dedicación con la que se brindaba Sebastián Fernández en cada una de las pruebas. Él, daba una muestra clara que cuando se quiere, se puede. Y lo decía el nombre con el que figuraba en la planilla de equipos: “Imposible, nada”. El hombre dio una muestra notable de valentía ante los espectadores que se dieron cita en la mañana de ayer y completó lo que para él significaba un nuevo desafío en su vida.

A Sebastián ni la paraplejia en sus miembros inferiores que lo dejaron en silla de ruedas tras un accidente practicando enduro hace cuatro años, le impiden seguir haciendo lo que tanto ama. Hace unos meses disputó el Desafío Ischigualasto en su “hand bike” y contó que se preparaba para el Pentatlón que ayer finalmente lo logró. Lo hizo acompañado de su pequeño hijo Nicolás y sus fieles amigos Julio Toro, Mauricio Ruiz, Javier Cortéz, Sergio Cialella y Lucas Alberdíaz que se fueron rotando para acompañarlo y realizar a la par de él, cada de unas disciplinas. En tanto, Julián Suraci le brindó la charla motivacional y Rolando Riveros fue su fotógrafo. Todos de alguna forma, ayudaron asistiendo, vistiendo y acompañando moralmente con una palabra de aliento a su amigo. Y él no defraudó.