En su Santa Fe natal, esa que lo vio vender plumeros para ganarse la vida, el 11 de noviembre del año pasado colgaba los guantes Carlos Manuel Baldomir a sus 38 años y decía: "Ya está. Hice todo lo que debía en el boxeo. Siempre dije que quería retirarme bien y disfrutar lo que gané con mi familia. Por eso me voy ahora", tiraba. Poco más de diez meses más tarde, decidió regresar. ¿Por dinero? El propio Tata lo desmintió y aseguró que era "para sentir la adrenalina de subir otra vez al ring". Un argumento escasamente creíble para el ex campeón mundial welter del CMB. Los 60 mil dólares por la bolsa, de los cuales perdió el 20% por pasarse del peso estipulado en el contrato ante el mexicano Saúl Alvarez, resultan más "entendibles".

En el Staple Center de Los Angeles se las vio con el actual pugilista azteca más popular y 19 años menor que el argentino. Tras tres round la pelea fue pareja, pero de ahí hasta el sexto un monólogo de Alvarez, quien mantiene su invicto en 34 peleas. El cross de izquierda desembocó en una imagen sólo repetida una vez en la dilatada carrera de Baldomir: el Tata en la lona boca abajo y para la cuenta completa. "Perdí como un campeón", lanzó tras la caída, con nula autocrítica. El cetro que obtuvo ante Zab Judah no se lo sacará nadie al boxeador argentino de mayor trascendencia internacional de la última década. Sus 17 años como profesional son demasiado. Es hora del adiós definitivo. Porque como decía Amilcar Brusa "los golpes no alimentan" y el Tata ya lo sufre en carne propia demasiado seguido en el epílogo de una gran carrera. No en vano perdió cuatro de sus últimos seis combates.