-Arranquemos al revés, ¿dónde fueron tus primeros Panamericanos?

-En Mar del Plata 1995. Tenía 17 años. La verdad que no tenía ni idea de lo que se trataba, en realidad tampoco del deporte ya que no vengo de una familia de deportistas. Además, no había la difusión actual.

-¿Y ahí lográs la primera de tus cinco medallas?

-Sí, en dobles, con Martín Paradela, que era de Buenos Aires y unos años más grande que yo. Recuerdo muy clarito casi todos los partidos.

-¿Queda alguno de esos jugadores todavía en actividad?

-Sí, creo que no más de tres. Uno es el brasilero Hugo Oyama, que tiene 43 años y el récord de ese país de un atleta con diez oros. La mayoría ahora son técnicos o ya se retiraron.

-¿Pensabas que 17 años después ibas a estar jugando tus quintos Panamericanos?

-Ni loco. Pasa que el tenis de mesa es un deporte que no tiene mucha tradición ni es profesional, entonces no podés hacer una proyección tan larga.

-De los cincos Panamericanos, ¿cuál es el que más te marcó?

-Siempre uno recuerda algo en particular de cada Panamericano, pero diría que tuve un quiebre después del 2007 cuando perdimos la final ante Brasil por equipos. Hubo una gran preparación y perder esa final me frustró mucho.

-¿De qué manera largás en el tenis de mesa?

-Por casualidad, cuando tenía once años. En la casa de mi abuelo, que tenía un negocio de venta de maderas, encontramos con mis amigos en el fondo una mesa de ping pong que había hecho mi viejo cuando era adolescente. Lo bajamos un día y largamos. De ahí pasé a Estudiantil y después a Estrella.

-¿Qué pasaba cuando decías que eras jugador de ping pong?

-Lo mismo que ahora, se me ríen. O lo otro que pasa es que te dicen "no de verdad a que te dedicás". Siempre fue, es y será igual (sonríe).

-Fuera del ping pong, ¿qué hacés?

-Me recibí de abogado hace cinco años. Fui un alumno que se demoró más que el resto, pero cuando rendía tuve buenas notas.

-¿Por qué esta carrera?

-Un poco de mandato familiar por mi viejo, mi vieja y mi hermano. Pero más que nada porque me gustan las normas, los derechos de las personas, me atrae la parte ideal de cada individuo.

-¿Situación sentimental?

-En pareja desde hace un año con María Silvina González, y de novio cuatro años más atrás.

-¿Cómo arrancó la historia con ella?

-Fuimos compañeros de curso en el Central Universitario, pero en esa época nada que ver. Hace un par de años nos reencontramos en un supermercado donde ella trabajaba y ahí empezamos a charlar. Nos seguimos viendo por tener amigos en común y se fue dando todo hasta hoy.

-En la infancia, ¿cómo era Pablo?

-Muy aplicado. Super ordenado. Excelente estudiante. Tranquilo. Nada que ver con ahora. Mi vieja siempre me recuerda que doblaba la ropa apenas llegaba de la escuela.

-¿Pensaste alguna vez cuántos viajes hiciste?

-No. Perdí la cuenta. Por ahí sí recuerdo los países que visité y debe andar la cuenta por 25. Por ejemplo a China sé que fui seis veces.

-A propósito de China, ¿por qué son los mejores del tenis de mesa?

-Lo primero es que es el deporte nacional. Además tiene mucha vinculación con el partido comunista y entonces se le da gran importancia desde el Estado. Por dar un ejemplo, un jugador chino tiene el mismo trato que un futbolista de la selección Argentina de fútbol. Un gran jugador chino no puede caminar solo por la calle porque la gente lo asfixia.

-La última, ¿hasta cuándo?

-No lo sé. Sí digo que todavía me sigue gustando competir. Por ahí cuesta en este momento encontrar una motivación después de un Panamericano. Pero siempre aparece algo nuevo que te reaviva la llama. Tampoco pienso que quede mucho tiempo más, pero el tiempo dirá.