Hizo un parate en la atención a los clientes del negocio. Era casi la hora de cierre, por lo tanto había mermado la cantidad de personas que van a comprar las pastas para el fin de semana. Franco Pellice (37 años) es el encargado de la caja del negocio ‘M&M Ginestar’, que se especializa en venta de pastas pero también atiende otros rubros comestibles. Está casado con Mayra Ginestar, hija del propietario del negocio (Roberto) pero él trabaja como uno más. Igual que su cuñado (Martín Ginestar), que es otro hockista (está en Estudiantil). En una palabra, en la vida de Franco se ‘respira’ dos cosas: Hockey y comidas. Detrás del mostrador se muestra firme en sus respuestas…
-¿Te das tiempo para todo?
-Hay que darse tiempo para todo. Para las obligaciones y para los gustos. Esa es la vida y soy feliz viviendo así.
-El hockey está en tus venas desde chico, ¿no?
-Desde que tengo uso de razón. Empecé en Concepción, el club que llevo en el alma. Después de haber jugado varios años en primera me fui a Italia. Al Novara. Estuve allá cuatro años y volví al Azul. Después volví a Italia, otros tres años, y jugué en el Novara y en el Seregno. De regreso estuve 6 meses en Unión, después en Sarmiento hasta mi nuevo regreso a Concepción. Y bueno, aquí estoy.
-¿Disfrutaste mucho el título de la semana pasada en Mendoza?
-Como se disfrutan todos los títulos. Tuvimos bajas pero igual nos la arreglamos. Fuimos un equipo compacto y equilibrado, que lo supo llevar bien el ‘Tano’ (Belbruno, el DT). Entre los que tenemos más experiencia, como el Cachi (David Páez), Martín (Maturano), Fabián (Fuentes) y yo, nos complementamos bien con los más jóvenes. Además la mentalidad ganadora nos ayudó un montón.
-¿Con David se entienden a la perfección?
-Sí, porque hasta nos cuidamos. Aunque eso nos sale más o menos (risas).
-¿Por?
-Porque antes de cada partido, David me dice ‘cuando me veas nervioso, tranquilizame’. Y yo le digo lo mismo. Pero varias veces hemos terminado con tarjetas (más risas).
-¿Ya no sos el temperamental de antes?
-Sigo siendo temperamental pero me cuido más. Cambié desde que soy padre. Creo que interpreto más los límites. Mis hijos me demuestran que hay cosas mucho más importantes que discutir, por ejemplo. Antes me equivocaba más seguido y esos errores los terminaba pagando el equipo.
-¿Y en tu trabajo?
-Estoy muy cómodo. Trabajar con la familia es lo mejor. Además siempre me he sentido apoyado. Por los permisos para poder jugar y toda una serie de momentos que uno necesita para encarar lo que a uno le gusta. En ese aspecto, tengo una esposa de fierro. Entiende la vida de un hockista y me apoya siempre.
-¿Tu hijo Valentino ya juega al hockey?
-Desde que tiene un año y medio. Pero pueda ser que salga al tío (Martín), que es goleador, y no a mí que hago goles de vez en cuando.
