José Martinazzo es un hombre que se nota fiel a sus convicciones. Está armando su grupo para ir al Mundial de hockey sobre patines en Vigo y no se separa de sus pensamientos. Entonces, cuando aparecen circunstancias o nombres -como el del Colorado David Farrán- que, a esta altura, pueden ser reconsiderados para su lista, contesta enfáticamente: "No quiero pecar de repetitivo. El Colorado -por Farrán- es un excelente jugador pero no está en el grupo porque no es parte de este proceso…"

– ¿Pero Farrán no se merece una oportunidad?

– El Colorado es un jugador que ya tuvo muchas oportunidades. Para este proceso considero que hay jugadores más jóvenes que la deben tener. Si es por merecimientos, también tendría que haber convocado a Carlos López, David Páez, Juan Oviedo o el mismo Negro Páez, por ejemplo, que están triunfando en Europa, donde está el nivel más alto de hockey. Pero ninguno de ellos está porque este es un proceso de recambio generacional. Aquellos jugadores, incluyendo a Farrán, ya han sido parte de grupos mundialistas.

– ¿No es que tengas algo en contra del Colorado?

– De ninguna manera. La relación con él la considero como buena. No tenemos ni un más ni un menos. Lo he tenido como jugador en Estudiantil e inclusive hasta hemos salido campeones. Te repito, El Colo es un excelente jugador, pero en el grupo que manejo hay jugadores que pueden complementarse perfectamente con lo que, por ejemplo, me puede aportar él.

– ¿Inclusive la alternativa del fuerte disparo externo?

– El mendocino Avalos tiene muy buen tiro externo, Mariano Velázquez una marca excepcional y Nalo García es un centro con muchísima creación. Por eso digo que tengo todo complementado.

– ¿Pero no es necesario un jugador experimentado en el grupo?

– Y ese es el Mono Velázquez. Por eso es el capitán. Porque es un muchacho con mucha ascendencia sobre los más jóvenes y eso es vital. En Suiza me demostraron que forman un grupo excepcional.

– Quiere decir que el equipo está bien compensado…

– Por supuesto. Acá no hay secretos. Lo quiero decir para que me entiendan y no haya más dudas. Este es el momento justo de cambiar. De empezar un proceso que puede o no dar sus frutos más adelante. España y Portugal lo hicieron.

– ¿Y vos lo hacés por eso?

– Me tocó a mí y listo. En la vida, uno tiene que hacer lo que está convencido. Yo no vivo del hockey. Lo único que quiero es expresar lo que siento. Hay que darle la oportunidad a éstos chicos que están. Se lo merecen.

– ¿Siempre estuviste decidido a hacerlo?

– Siempre. Es más, asumí con esa condición. Para mí hubiese sido más fácil llamar a los que tienen experiencia. A los que ya jugaron varios Mundiales. Pero alguna vez había que poner los huevos sobre la mesa. Confío muchísimo en los jóvenes. En las ganas de ellos. Y en la mística cuando se ponen la celeste y blanca.

– ¿Decís que los experimentados no sienten eso?

– Error. Los que estuvieron, sintieron y sentirán ganas de jugar con la camiseta de la selección. Lo que pasa es que los jóvenes tienen nuevas ilusiones. Como yo, que soy por primera vez técnico de la selección. Esa es mi idea, mi convicción. Si nos va mal, al primero que le van a cortar la cabeza es a mí. Pero mientras esté, iré de frente con mis ideas. A nadie le fui por detrás ni lo engañé. Confío en lo mío y en los míos y quiere que me respeten. Que apoyen a este grupo y que no le busquen más el pelo al huevo (sic).

– Para terminar, ¿Vas a llamar a alguien más?

– No. Queda poco tiempo para el Mundial y lo único que me interesa es lograr el entendimiento justo entre los que son parte de este proceso. Es más, será complicadísimo dejar, de entre todos los que están, a los diez que vayan a Vigo.