-¿Cómo arrancás en el hockey?
-Empiezo a los 11 años en Banco Hispano por obligación, para que no ande más en la calle. Eramos socios del club y mi hermano jugaba al hockey y por eso me mandaron.
-¿Dónde jugabas al fútbol?
-Jugué un año en Trinidad pero en realidad lo hacía en todos lados, vivía frente a la Plaza de Trinidad así que ahí también. En realidad, donde había una canchita me prendía a un picadito. Era un loco por la pelota.
-Y hoy en día, ¿te sigue gustando de la misma manera?
-Sí, sí, me gusta mucho. No lo practico tanto como antes por el hecho que el hockey te consume todo el tiempo, aparte estás más expuesto a lesiones, pero cuando puedo siempre me prendo a jugar con mis amigos: me doy ese gusto.
-¿De qué jugabas?
-Era enganche, tenía todas las condiciones para ser bueno porque soy zurdo, no tenía mucho gol, aunque sí juego. Hubiese sido un buen enganche.
-¿Pensás que habrías logrado con el fútbol lo mismo que con el hockey?
-Si bien me gustan muchos los dos deportes, no cambio por nada lo que he vivido en el hockey y lo que puedo llegar a vivir. En lo deportivo, en lo emocional, en las amistades, en los lugares que conocí. No se si en lo económico hubiese sido mejor, lo que sí tendría más plata, pero la verdad es que lo que tengo lo aprecio mucho.
-Volviendo a tus inicios, ¿siempre al arco?
-Sí. Siempre. Mi papá no quería que fuera arquero. Yo al técnico le decía que quería ser arquero, entonces me hacía patinar un poco, cuando se iba mi papá, yo iba, me ponía el equipo de arquero y me mandaba al arco, hasta que un día mi papá pegó la vuelta y me enganchó justo. Me quería matar a mí, al técnico, a todos (risas), pero bueno al final aceptó.
-Todo el mundo dice que para ser arquero tenés que ser un poco loco, ¿coincidís?
-¿Quién dice eso? (risas). Sí, no se si locos, pero tenés que tener algo no "muy normal’. El arco no es para cualquiera. Es un puesto muy raro, muy ingrato: hay que ser un poquito loquito.
-¿Y vos te considerás "un loco’?
-Eh… sí (risas). A veces me paso un poco de la raya. Creo que ahora me estoy controlando porque estoy más viejito. Creo que ahora maduré y trato de controlar algunas situaciones. Soy de hablar mucho dentro de la cancha, pero es algo que me sale solo.
-Me contaron que tenés mucha vida nocturna…
-En su momento sí. Lo normal cuando uno está en la adolescencia, ahora que tengo 31 años salgo lo justo y necesario. Pero sí, salir me va a gustar siempre.
-¿Qué haces de tu vida aparte del hockey?
-Trabajo, soy productor asesor de seguros. Estudié para eso y saqué la matrícula. Es en lo que trabajaba mi papá, pero falleció hace un tiempo y mi mamá agarró la batuta con mi hermano, y me prendí yo después.
-¿Qué valor tiene la familia en tu vida?
-El fallecimiento de mi viejo como que nos marcó a todos, aunque nos dejó muchísimos valores, formas de manejarse con la gente que trato de llevarlas al pie de la letra o lo más parecido posible. En cuanto a mi familia, el sostén que han sido es invalorable. Mi vieja tuvo que ponerse a trabajar habiendose jubilada hace poco tiempo porque sino no teníamos para comer, mi hermano dejó los estudios para dar una mano. Está mi hermana, que es como mi segunda mamá, porque ella me cuidaba cuando mi vieja laburaba. Todos tienen un valor muy grande.

