-Ya pasaron cinco años de tu debut profesional, a la distancia de ese hecho, ¿qué sentís hoy haber sido la primera sanjuanina profesional?

-Antes que nada una satisfacción muy grande porque llegué a un objetivo que me propuse en su momento y que me costó muchísimo esfuerzo. También siento que como que marqué un camino para las chicas que luego vinieron. La verdad es muy lindo el recuerdo que me deja este tema.

-A tus actuales 33 años seguís boxeando, pero de chica casi nada que ver con los guantes.

-Sí (sonríe). Empecé en el boxeo a los 23 años buscando hacer algo a nivel físico intenso porque ya estudiaba profesorado de Educación Física. De joven hice atletismo e incluso cuando arranqué en el Mocoroa con el boxeo, también jugaba al vóleibol en Obras Sanitarias. Hasta que llegó un momento que me tuve que decidir y no lo dudé jamás: elegí los guantes.

-¿Cómo analizás tu carrera deportiva en el campo rentado?

-En dos partes. Una que va del 2011 hasta que paré por temas personales un año después del debut; y la segunda, la actual, que arrancó en el 2014 y ahora me tiene a pleno en el Club Landini, con un gran entrenador y persona como es José Rojas.

-¿Qué objetivos tenés?

-Combatir por un título en mi categoría (la gallo) ya sea Argentino o Sudamericano. Mi técnico fue a Buenos Aires en estos días justamente a negociar una posibilidad y espero que se me pueda concretar.

-¿Cómo se divide tu día habitualmente?

-Soy mamá de dos niños: Lucas de 8 años y Ana, de 4. Los llevo al colegio bien temprano, y luego tengo mi primer entrenamiento. Los busco al mediodía, comemos en casa y, luego al gimnasio otra vez a entrenar. Por las tardes hago musculación y doy clases recreativas de boxeo, que es un sostén importante a nivel económico, porque del boxeo no se puede vivir a este nivel.

-Imagino que haber sido la pionera en San Juan, te hizo topar con muchos prejuicios masculinos.

-Fue duro. Siempre pienso que mientras más barreras me ponen para conseguir algo que me propongo, más fuerte me hago. Un ejemplo: cuando entrenaba en el club no había camarín de mujeres. Es más, una vez me dieron un lugarcito para que me cambiara sola e igual entraron algunos varones: no les importó nada, ni siquiera tener respeto por una mujer.

-¿Ese tipo de cosas continúan en la actualidad?

-Diría que en general ya no. Al contrario, la mujer en el boxeo se ganó un respeto y admiración muy grande. Se sabe que muchas de las boxeadoras somos mamás, tenemos un hogar que cuidar y a su vez trabajamos de otras cosas para que no falte nada a nivel material.

-Es cierto eso que los promotores son los que más dinero ganan y el boxeador el que menos.

-Totalmente cierto. Es la ley inversa: el boxeador es el que pone todo y el promotor se lleva la mejor ganancia. Incluso, muchos promotores se aprovechan que por ahí los boxeadores son muy confiados o por un tema de cultura. Hace un tiempo se trató de combatir eso dándole educación a los boxeadores y que se cumpla el reglamento que marca que todo boxeador profesional debe saber leer y escribir sí o sí.

-Imagino que tus conocimientos te permiten ver un poco más allá.

-Seguro. Me pasa muchas veces que cuando voy para una nota, el periodista piensa que se va a encontrar con alguien que no sabe decir dos oraciones juntas. Se sorprenden, para bien. Pero no todos los casos son iguales, aunque eso también se va modificando con el tiempo.