El Buenos Aires Lawn Tennis Club, una marca registrada del deporte argentino en general y del tenis en particular, cumplirá hoy 130 años desde que fue fundado y en su recorrido transitó historias de emociones y pasión, con la figura estelar de Guillermo Vilas como símbolo, lo saliente que surge cuando se menciona al escenario que infla el pecho de orgullo al barrio porteño de Palermo.

En ese contexto, en Argentina cuando se habla de Monzón, Locche o el "Mono" Gatica se alude al Luna Park, o al recordar las gambetas de Rojitas o los goles de Palermo se remite a La Bombonera, también el Buenos Aires es un sello de la cultura porteña a fuerza de raquetazos que generaron hazañas desde aquél lejano 19 de abril de 1892.

El proyecto nació de un grupo de inmigrantes ingleses que pusieron la piedra basal en la esquina de Vicente López y Ayacucho, donde un año más tarde se jugó el Campeonato del Río de La Plata, único torneo del mundo (junto al US Open) que soportó estoico el paso de las guerras mundiales y se disputa hasta la actualidad.

En ese sentido, el campeón del Argentina Open también es coronado como ganador del Río de La Plata, de manera conjunta.

Su primer presidente fue Arthur Hebert y el crecimiento del tenis fue de tal magnitud que 17 años más tarde hizo que el terreno de la Recoleta quedara chico, así llegó la mudanza a un lote lindante a la Estación Golf (actualmente Lisandro de la Torre), a la vera de las viejas vías del Ferrocarril Mitre, donde se construyó "La Catedral" del tenis argentino.

Cedidos oportunamente por la Municipalidad de Buenos Aires, escriturados en marzo de 1990 por decisión del gobierno nacional, tras la compra de los terrenos por parte de sus socios, los dirigentes de la entidad se instalaron en Olleros 1510 y el 12 de junio de 1920 fue inaugurado el edificio actual.

Desde la terraza de la obra del arquitecto Carlos Dumas se contemplan las 19 canchas y el Court Central, que lleva el nombre de Guillermo Vilas desde 2016, aunque fue inaugurado en 1926 y ampliado en 1952 bajo proyecto y dirección del arquitecto Mario Roberto Álvarez.

En el Buenos Aires surgió la leyenda de Vilas, el tenista argentino más importante de la historia que cautivó con su vincha, garra, efectos, precisión y triunfos inolvidables tallados con su mano izquierda, así nació la mística del estadio, una suerte de templo para los amantes del tenis. Una historia legendaria dentro del mapa nacional.