Estuvo ahí. A un par de minutos de ganarlo. De traerse el oro desde Córdoba. No hubiese sido inmerecido, porque San Martín fue el que hizo mejor las cosas cuando el final se acercaba. Pero Belgrano fue como un león herido y logró la hazaña de empatarlo en el segundo minuto del descuento. Al final fue 1-1, pero detrás de un partido cambiante quedaron muchas cosas que terminaron incidiendo en el resultado final.
Es que el Verdinegro se puso en ventaja con un penal raro. Porque el defensor Claudio Pérez se mandó una infracción inexplicable, agarrando la pelota con la mano como dando por hecho que Pompei le había cobrado un foul a favor. Y el árbitro no tuvo otra salida: marcó la pena máxima. Cristian Alvarez, el lateral Verdinegro, la mandó al fondo y, como iban 43 minutos, el equipo sanjuanino quedó a un paso de dar el gran golpe en tierras cordobeses.
Pero en el medio de los 5’ de descuento que marcó el árbitro, Belgrano llegó al empate. Se conjugaron dos factores principalísimos para ello. El primero, que la falta de Carrusca al delantero cordobés sólo la vio Pompei. Y, el segundo, que San Martín careció de inteligencia para tener la pelota y hacer pasar los minutos ante la desesperación cordobesa. Por eso fue empate. Mirándolo de la mitad medio llena del vaso, fue un buen punto ante un rival directo. Pero haciéndolo de la mitad medio vacía, el Verdinegro dejó escapar una gran chance de sumar de a tres.
El partido en sí no fue un dechado de virtudes. Especialmente en el primer tiempo, cuando dominaron las imprecisiones y el juego se hizo chato. El local tuvo las más concretas: En el amanecer del partido Giménez se enrredó y se comió el gol. Y a los 35’ Pocrnjic tuvo una atajada espectacular tras cabezazo de Lollo.
En el complemento el partido subió en calidad y también en emociones. El colombiano Ribair Rodríguez vio la roja ante un planchazo a Landa a los 3’. A eso lo aprovechó San Martín que tuvo claras chances. Inclusive, en una determinación inexplicable, Pompei le anuló un gol a Penco, que había cabeceado limpio.
Y, cuando parecía que el tablero se cerraba en cero, llegaron aquellos penales. San Martín lo tuvo, pero se le fue como el agua entre las manos.
