La imagen daba para llorar. Carlos López -el capitán del equipo argentino- se desplomó en el piso y se quedó ahí, boca abajo, por varios minutos. Al lado, los españoles saltaban como locos con su gente en la baranda que daba a la tribuna. Era el final. Irremediable. Otra vez España se quedaba con la corona de un Mundial de Hockey sobre patines. Aquí, en Angola, donde la gente arrancó con preferencias hacia el campeón pero terminó gritando los últimos goles argentinos. Fue una final dramática. Que se definió 4-3 para los españoles pero que demostró la garra y el amor propio de los argentinos. Porque la final entre estos dos colosos fue increíble. Ganaba España 3-0 y parecía definido. Pero bastó que Nicolía descontara para que los dirigidos por Giuliani se dieran cuenta que podían. Que tenían enfrente a un gran equipo que les ganaba, pero que de ninguna manera era invencible.

Entonces largó la tormenta argentina. No le importó desprotegerse para la contra española. Sólo le importó volver a descontar. Y lo hizo Matías Platero con un bombazo. España quedó atónito. Tanto que no resistió y por eso llegó el empate a través del propio Platero. Entonces, todos fueron gritos argentinos. Y lágrimas de felicidad. Faltaban casi dos minutos y el tablero estaba como en el inicio. Pero este España que no sabe de frustraciones y metió un puñal casi por la espalda. Y fue justo Pedro Gil. Lejos el mejor jugador del torneo. De hecho así lo distinguieron en la premiación. El Pelado atrapó una bocha por la izquierda y metió el sablazo al desprotegido Daniel Kenan (había reemplazado a Grimalt cuando a éste le sacaron azul). Faltaban dos minutos y la pregunta era: ¿Había tiempo para otro milagro? No, lamentablemente no se dio, pero lo que se vio fue increíble. Todo España metida alrededor de su arco y todo Argentina buscando un tiro salvador. Hubo varios goles que quedaron en el aire. Más de todos los que se puedan imaginar cualquiera que ve hockey siempre. Pero no le alcanzó. Y llegó el final irremediable. Ese que mandó al piso a Carlos López. Y ese que les dio a los españoles su quinta corona consecutiva.

Antes había salido un partido por momentos ajedrecístico y por otros jugado con el corazón. Porque se cuidaron de arranque y con el paso de los minutos la historia fue cambiando bastante. Está claro que tal cual pasó en anteriores finales entre ambos seleccionados, España aprovechó los errores argentinos y dejó en evidencia que es una maquinita aceitada en eso de no dejar pasar una falla del rival. Y cuando parecía que se llevaba la gloria con facilidad tras los goles sucesivos de Adroher, Bargalló y Gual, apareció el alma de los jugadores argentinos y no sólo a corazón se lo llevó por delante. Sino también con un hockey notable que plasmó durante todo el torneo y que lo puso merecidamente en esta gran final en Luanda. Entonces los goles de Nicolía y los dos de Platero le dieron a la final ese rumbo impensado. Una verdadera lástima. Fue un final triste para la Argentina pero este grupo se merece el reconocimiento del mundo entero. Dio todo y hasta mereció no perder. Pero los números mandan y las estadísticas también. Y las mismas marcan que España sigue en lo más alto a nivel mundial.