Dos finales, dos triunfos. Justicia total. Una contundente muestra de merecimientos como para que el Deportivo Aberastain de Pocito demostrara que la Primera División no le queda grande, ganando los dos encuentros decisivos de la serie final del Torneo del Ascenso de San Juan ante Sportivo Rivadavia. Esta vez fue 1-0, suficiente y necesario como para que Aberastain se hiciera de Primera después de 11 años de militar en la B, esperando este premio que le llegó en la más absoluta muestra de justicia. Se lo merecía. Se lo ganó.

Hubo, eso sí, un partido intenso. Dramático por momentos y abierto en su tramo final. Los primeros 45′ fueron propiedad exclusiva de un Rivadavia que, obligado por tener que remontar el 0-2 de la ida, salió a buscar todo. Ganó la pelota, conducido por Adrián Aballay, y con eso generó opciones. Darío Maldonado tuvo una de cabeza, luego el propio Aballay, de tiro libre, exigió al arquero Guevara. Y Aberastain no se apartó nunca de su plan de juego. Esperó muy bien parado, aguantó cuando debía y mostró su categoría de campeón cuando Mario Aguero apuró al fondo de Rivadavia y lo bajaron desde atrás. Penal. Lo cambió Marito por gol y empezó a mostrar el camino a la A. Porque Rivadavia no reaccionó más. Incluso en el comienzo del segundo tiempo cuando a los 3 le hicieron penal a Maldonado y Sergio Riveros tuvo todo para empezar y dar de nuevo. Pero el Coto eligió mal y el arquero Guevara se vistió de héroe para tapar el remate penal sobre su izquierda. Ahí, Aberastain ya se sintió de primera. Se afianzó en el control del juego, jugó con la desesperación de Rivadavia y empezó a aliarse con el tiempo para que llegara el final de esos 11 años de espera para volver a la A. No pasó sobresaltos. Incluso generó un par de ocasiones clarísimas que el arquero Javier López, de gran partido, tapó casi milagrosamente. Rivadavia se fue quedando sin resto anímico ni futbolístico. Ya fue por ir nada más, sabiendo que Aberastain lo tenía todo controlado y que solamente un milagro podía devolverlo a la ilusión del ascenso.

Aberastain, de la mano del legendario Hugo Morales y apoyado en la experiencia de Federico Díaz se adueñó de todo. Del ascenso, de la fiesta. De la enorme ilusión que para todo un pueblo representa sentirse de primera. Nadie le regaló nada. Hizo todo lo que tenía que hacer para terminar con esos 11 años de frustraciones y amarguras. Se lo merecía. Se lo ganó en buena ley.