Esta Semifinal en nada se pareció a los partidos que antes habían disputado tanto Argentina como Portugal. Anoche sí se pensó mucho en el rival más que en tomar la iniciativa. Los lusitanos se cerraron bien atrás y la albiceleste presionó bien arriba. Así el duelo de semi arrancó trabado, pensado desde lo estratégico y jugando lejos de los arco.

Alguna contra, remate de larga distancia, o pelota detenida, buscaba ser la fórmula para desnivelar, ya que penetrar y romper la muralla defensiva de ambos era imposible. Trabado y pensado que comenzó a romperse con el tanto de Portugal (Ricardo Oliveira) porque a partir de ahí la urgencia y necesidad de uno y el mandar en el score del otro, propusieron otro juego.

La constante rotación que propuso Martinazzo, el exceso de faltas y los nervios que pudo frenar Argentina le dieron una vuelta de página. Portugal fue perdiendo el orden que siempre tuvo, sus salidas rápidas y juego colectivo disminuyó porque era imposible que mantuviera siempre su temple. Pero Argentina se tranquilizó, le puso el alma y la garra que los caracteriza para pasar el ser de dominado a dominador, dar vuelta el resultado y derivarle todo la responsabilidad a su rival que no podía recuperar la bocha.
El camino estaba abierto, el manuel luso perdió páginas y Argentina escribió su página. La de hacer valer la localía, frenarse cuando estaba loco, armar su estrategia, hacerse de la bocha, rotarla, buscar el mejor perfil y dejar sin crédito a la visita. Anoche hacía falta un click y lo demostró.