Era noche de octubre en 1993, en el viejo estadio del Parque de la Independencia, hoy llamado Marcelo Bielsa, en Rosario. Se trataba del debut con la camiseta de Newell’s de Diego Armando Maradona, quien a punto de cumplir 33 años volvía al fútbol argentino para vestir los colores leprosos por apenas siete encuentros. En las tribunas repletas con más de 30.000 fanáticos rosarinos y de diversos clubes del mundo, estaba un pequeño ubicado en una de las cabeceras que apenas pasaba el metro de estatura.

Ya en el complemento, se dio un auténtico gol ‘maradoniano’ con la apilada de izquierda a derecha para clavarla en el ángulo del arquero del Emelec, de Ecuador. Para que el estadio reviente y ese pibe vea por primera vez en vivo y directo al Pelusa. El niño era Lionel Andrés Messi, quien así observó de cerca el retorno cuasi ‘Ave fénix’ del Diez. Uno de tantos que tendría en su carrera.

Maradona y Messi sólo jugaron un partido juntos: en 2005 en Mar del Plata y a beneficio.

En el primer partido que disputó el hoy Rey del fútbol mundial tras la muerte de Maradona, le rindió acaso el mejor homenaje de todos: tras hacer una apilada similar a la del Cebollita en aquel encuentro, pero en su caso de zurda, la colgó del ángulo para el 4-0 de su Barcelona ante Osasuna. Tras los saludos de rigor, se sacó la casaca azulgrana que también usó el Pelusa entre 1982 y 1984, para relucir aquella camiseta 10 de Newell’s. Los dos brazos al cielo y beso a la eternidad, fueron las acciones para coronar su merecido reconocimiento. Al fin y al cabo, Messi como Maradona, dos genios de otro planeta con la pelota en sus pies, son también terrenales... “Hasta siempre, Diego”, fue el posteo en su cuenta personal de Instagram por parte del cinco veces ganador del Balón de oro, todavía en el vestuario local del Camp Nou. Sin dudas, una manera de ‘cerrar’ una relación que perdurará mediante los recuerdos entre dos de los cuatro mejores jugadores de fútbol de la historia. Si bien en el trato entre ambos hubo varios idas y vueltas, más propiciados por Maradona con su habitual verborragia al momento de declarar, la admiración y respeto siempre sobresalió.

Basta con recordar las frases del Diez para con Lio cuando lo dirigió en el Mundial de ‘Sudáfrica 2010’ y le dio la cinta de capitán, esa que tan bien calzaba en el bíceps izquierdo del nacido en Villa Fiorito. “Le entrego mi legado”, afirmó el Diego técnico por entonces a un Messi que en la charla previa al tercer partido del grupo ante Grecia no pudo hilvanar las palabras de arenga habitual y por eso Juan Sebastián Verón ‘copó la parada’ con un par de gritos. La primera charla se había dado en el 2005, luego que Messi y compañía se coronaran campeones mundiales Sub-20 en Holanda. “¿Qué hacés monstruo?”, lo interrogó por teléfono el Pelusa al crack del Barcelona, mediante una charla que propició un periodista de la Gazzetta dello Sport. La Pulga (otra coincidencia entre ambos cuyos apodos empiezan con ‘P’) soltó un deseo-mensaje terrenal de despedida que se cumplió muy pronto: “Gracias Diego, ojalá algún día nos podamos conocer”. El 0-4 en el Mundial de Sudáfrica ante Alemania y la salida de Maradona como DT nacional, generó cierta distancia entre ambos.

Sobre todo porque el Diez entendió que Messi no lo bancó públicamente como se merecía. Luego de algún tiempo de la relación en el freezer, con una frase en el 2016 muy fuerte a Pelé que se conoció al tener el micrófono abierto el Pelusa (“Messi no tiene personalidad para ser líder”, le dijo a O’Rei), se vieron por última vez públicamente en la entrega de los premios de The Best que otorga la FIFA, en la edición 2017 en Londres. Luego del encuentro que mantuvieron por unos minutos, con el acompañamiento cada uno de sus parejas, Maradona fue claro ante los micrófonos: “A Messi lo quiero mucho, lo otro que dicen es cuento”, resumió. Acaso ese cariño sincero y hasta paternal del Diez para con su ‘heredero’ hayan generado lo de ayer en Cataluña. Contra todos los pronósticos y sin haberle anticipado nada a nadie, Messi le dedicó un momento que será recordado por siempre. Un gesto de grandeza que no suele ocurrir entre ‘gigantes’. Entre dos auténticas leyendas, una en su esplendor y la otra mirándolo desde vaya uno a saber dónde. Lo cierto es que esté donde esté, Maradona debe haber esbozado una enorme sonrisa. El amor entre ellos se selló para siempre...