"Haber sido no es ser, ni haber tenido… tener". Nunca tan cierto, nunca tan ajustado al perfil argentino que hoy está en vigilia de lo que puede ser una cachetada feroz del fútbol si es que se no se logra la clasificación al Mundial de Sudáfrica. Es que 40 años después la amenaza se agrandó. Creció al punto de poner todo en discusión. Todo, incluso la idolatría por Diego. Si, por Diego. Es que es tan de argentinos añorar lo que ya no está que hoy, clasificar para la gente está más en manos del Loco Marcelo Bielsa que en las del propio Maradona. Increíble, pero cierto. Porque el jurado futbolero del país siente que hoy debió estar el ayer al frente. Que hoy, Diego los defraudó y que viendo lo que había, ese mismo Bielsa que se fue con honores pero no totalmente valorado en su justa tendría que haber sido el timón de este proceso que fue ganador en Chile. Y así, la lista de cuestionamientos se estira. Porque Bianchi nunca quiso estar, porque Basile dejó el barco en mitad del océano, etc. etc.

Ni hablar de los jugadores. Que con Riquelme, esta selección podría jugar a algo pero a la vez, aceptando y masticando bronca porque Román y su ego no entran en la misma habitación que Diego y su yo. Argentina está en crisis. Todo tiempo pasado fue mejor, dicen todos. Hoy, la amenaza de ver el mundial por TV se agigantó y no por peso propio. Los argentinos nos encargamos de alimentarla. Con esa dicotomía eterna del River-Boca, de peronismo-radicales, de Menotti-Bilardo. El paso final a Sudáfrica está en manos de Maradona porque es el que está. Con errores y con aciertos, pero está. Eso no se le puede cuestionar. Ya pasó en el camino a México 70 y al borde estuvo de pasar en el camino a México 86. Argentina no dejó de ser Argentina nunca. Con la riqueza individual de sus jugadores y ese plus que los hace primer refuerzo en cualquier liga del planeta. Los argentinos, tan extremistas como siempre, marcan la gloria o Devoto sin mirar atrás, sin memoria. Que cualquier tiempo pasado fue mejor, puede que sea pero hoy Argentina es este equipo y necesita el respaldo de todos, sin importar que inmediatamente después salte a la luz esa dicotomía tan argentina como el mismo dulce de leche que siempre añora lo que ya no está.