Acción y reacción son los principios básicos que generan cualquier movimiento y hoy, después de 3 años de aprendizaje, San Martín demostró que ante la acción consumada tuvo la reacción necesaria para volver a Primera división. Se equivocó y aprendió. De sus errores, sacó provecho y edificó un regreso a la máxima categoría del fútbol argentino, fiel a esas banderas. Pero en la radiografía de esta campaña del regreso, hay 3 razones clave en las que se podría sintetizar el éxito: su receta, sus elecciones y sus rendimientos. Una trilogía que rindió sus frutos y que hoy significaron el regreso a Primera división. Tres pilares que demostraron que siempre se puede aprender y que a la larga, hay frutos.
RECETA
Sin consuelo por haber desperdiciado esa chance histórica del 2007-08, San Martín empezó a consolidar un perfil protagónico en la B Nacional a partir de su filosofía futbolística y dirigencial. Armó equipos con pretensiones y en esta temporada, se jugó con la chance de darle pista a Darío Franco -un bielsista de la primera hora- que revolucionó la categoría, mostrando atrevimiento, perfil ofensivo y mucha dinámica. Su apuesta tocó techo en la primera rueda, al igual que pasó en la temporada anterior con Hrabina como técnico, y hubo muñeca en la dirigencia para dar el golpe de timón y reencauzar una campaña que empezaba a desmoronarse.
Llegó Garnero con una apuesta clásica, sin muchos misterios, y el equipo respondió. Interpretó el libreto y llegó al ascenso con merecimientos acumulados a través de toda una campaña en la que la receta principal fue el protagonismo, sea cual fuere el dibujo táctico. Esa fue su principal bandera: el convencimiento por una forma de protagonizar el fútbol.
ELECCIONES
De aquella lección aprendida en 2007-08, San Martín supo sacarle provecho hasta en las contrataciones. En estos 3 años de búsqueda para poder concretar el regreso a Primera, el Verdinegro aprendió a elegir nombres y hombres para darle forma a su estilo. Hay dos casos emblemáticos en este proceso: el arquero Luciano Pocrnjic y el goleador Sebastian Penco. De punta a punta, se respaldó en estas dos individualidades para armar el mejor equipo.
En todos los ciclo fue escogiendo con acierto: Roverbal primero, más tarde con el propio Penco hasta llegar a esta última selección en la que mostró buen ojo con Grabinski, Alderete, Videla y Scatolaro, por mencionar algunos. Esa fue otra de las grandes razones de este presente: su capacidad para elegir lo necesario y bien.
RENDIMIENTOS
Más allá de las recetas, de los nombres y de todo lo que aprendió, San Martín necesitaba apoyarse en el funcionamiento de todas esas piezas en el mosaico general. Y así encontró en la regularidad de Pocrnjic la piedra basal para armar cualquier otro modelo. Primero, con Franco, apostando al ataque siempre, cuidando la pelota desde atrás y arriesgando en todos lados. Con Grabinski se apoyó para poder resolver con oficio y calma todas las amenazas rivales. En Alderete encontró el equilibrio para sostener la estructura tanto en ataque como en defensa, y mirando para arriba, la potencia de Penco y las ganas de Roverbal le ofrecieron la explosión para ser ganador en cualquier terreno.