El seleccionado argentino llegó lejos en este Mundial y estuvo a un paso de alzar su tercer título, por mérito de las apariciones de Lionel Messi en los primeros partidos y de la reformulación que hizo el entrenador, Alejandro Sabella, por dolencias y ausencias de los llamados ‘fantásticos‘, habituales socios del alto vuelo futbolístico del astro del Barcelona. Aquél 4-3-3 con que el seleccionado sedujo en el último tramo de las Eliminatorias, el que emocionó en Nueva Jersey ante Brasil el día en que Messi tuvo su comunión con el hincha argentino, quedó enterrado ante el chato comienzo y fin de Sergio Agüero, las aisladas apariciones de Gonzalo Higuaín y Angel Dí Maria, aunque con un gol valioso de cada uno ante Bélgica y Suiza, para seguir en carrera. Tan ausentes estuvieron tres de los ‘cuatro fantásticos‘ que si hubo otro delantero para destacar fue Ezequiel Lavezzi, aguerrido, que a veces parece estar en una sintonía distinta de este equipo. Pero, vaya si contribuyó a Sabella, con el cambio que tuvo que hacer desde Suiza. Es que Sabella, por más que a Messi le beneficiara jugar con dos delanteros y con Fernando Gago, vio que las estrategias de defensa cerrada y escalonada le iban a complicar en las contras. Así fue que con Agüero y Di María lesionados, optó por Lavezzi y Enzo Pérez como volantes y con la chance de que el jugador del Paris Saint Germain se suelte. El técnico sacó a Gago y puso un doble cinco con Lucas Biglia para auxiliar a Javier Mascherano. Entonces el equipo se equilibró. Perdió fuego de ataque, pero ya venía flojo en ese tema por el mal andar de los delanteros, y en cambio reforzó el medio para que ‘Masche‘ no vaya de un lado a otro como una bola de flipper. Ya habían quedado atrás los deseos de Messi, Argentina ya no tenía chances y material suficiente para ser el equipo avasallante que fue en algunos partidos previos a esta Copa que sedujeron al público y que hizo que cientos de miles de hinchas viajaran a Brasil para este Mundial. Argentina se convirtió en un equipo esquemático con el aporte especial de Messi. Como deuda le quedará el poco aporte que hizo a la belleza del fútbol, salvo cuando Lionel Messi se iluminó.