Pasaron dos días de la inolvidable consagración y a ellos la felicidad les sigue invadiendo sus rostros. Se nota, porque hablan, gesticulan y se mueven con pleno orgullo. Hacen bromas. Gozan el momento a full. Los jugadores, el plantel, los dirigentes y algunos allegados a Richet y Zapata todavía siguen dándole rienda suelta a la alegría que significó coronarse campeones en la mítica Liga Nacional A-1 de hockey sobre patines. La consagración fue el domingo por la noche. Allá, en Mendoza. Ante un rival duro como Banco Mendoza. La alegría siguió todo el día después en el club, con charlas eternas bañadas de champagne y de fernet. Junto con los suyos en un club que estuvo abierto toda la noche. Lo merecían. Y ayer, más tranquilos y menos trasnochados, aprovecharon el calor insoportable y hasta se bañaron del chorro de la bomba de la pileta del club.
Antes de las fotos, una charla distendida con todos. Risas al por mayor. Ocurrencias permanentes, como cuando Emiliano Romero dijo: “Sí, la verdad, el equipo está lleno de defensores. Pero ¿para qué quieren más?, si me tienen a mí para que haga todos los goles…” (risas)
“Eh, viejo -en referencia a Leandro Laciar, el jugador de mayor edad de todos- apurate. Estamos todos y vos recién llegás. Encima el promedio de edad del equipo se fue al carajo por culpa de todos tus años…” Tiró otro integrante del “Clan Romero”, en este caso Gonzalo, el Nolo para todos.
Estaban todos los jugadores. Sólo uno -Alexis Pandolfini- no pudo llegar porque tenía que cumplir con obligaciones familiares ineludibles. También el cuerpo técnico. Y además, dirigentes y los amigos de siempre. Entre ellos Gabriel Maldonado, Tati Pizarro, Diego Rosas y Jorge Enrique. Ni qué hablar de un ausente, Miguel Romero (el papá de los tres mosqueteros), que no se pierde una y está siempre ahí, apoyando para todo. “Es más, mi viejo es el socio número 1 del club. Y mi abuelo Miguel, que falleció, es uno de los socios fundadores. Para él su gran sueño fue vernos campeones con Richet. Desde el cielo debe estar feliz mirando todo…”, aclaró el Nolo, el gran capitán del equipo.
No faltó aquel quien se acordara de mencionar a las empresas que apoyaron, tales como Taller Fredy, Sociedad de Chacareros, Centro Laser, Municipalidad de Santa Lucía y Transmisiones Concepción. Aunque después, en confesiones, durante la charla saltó que “todo esto fue a pulmón. Es cierto, nos ayudaron, pero no fue una locura y nos tuvimos que bancar muchas cosas. Acá no hay un mango para los jugadores. Todo lo hicimos por amor al club y estamos orgullosos”. Dedicaron mucho de su tiempo. Los hermanos Romero, por ejemplo, le quitaron horas al miniemprendimiento de embutidos que tienen; igual que Gerónimo Bragagnolo, recién recibido de visitador médico; o el odontólogo Ariel Díaz; o Alexis Pandolfini con su mueblería; o Leandro Laciar en su ferretería. El equipo de las Colonias. Un campeón de verdad. Del hockey y de la vida.