Independiente avanzó a octavos de final de la Copa Sudamericana de fútbol, luego de empatar anoche sin goles con Boca Juniors, en el partido desquite de una de las llaves preliminares entre equipos argentinos del certamen continental. El equipo de Avellaneda accedió a la siguiente instancia, en la que se medirá con el ganador de Liverpool de Uruguay o Envigado de Colombia, al sacar renta del doble valor del gol de visitante, ya que había igualado 3-3 en la Bombonera, la semana pasada.

El conjunto que ayer dirigió en forma interina Enrique Borrelli (hoy asumirá como DT Américo Gallego) mostró una meritoria faceta, ya que jugó casi todo el segundo tiempo, con diez hombres, por la tarjeta roja que recibió el defensor Eduardo Tuzzio, por doble amonestación.

Durante el primer período, los dos equipos se alternaron en el dominio, aunque exhibieron las mismas falencias: la lentitud en el traslado y la falta de precisión. Por eso, en esos 45 minutos iniciales no hubo prácticamente ninguna situación concreta para ninguno de los dos, a excepción de un remate del uruguayo Santiago Silva, cruzado y afuera, mientras por el lado del ‘Rojo‘ sobrevino un cabezazo de Ernesto Farías que fue atajado por Oscar Ustari.

En la segunda parte, el ingreso de Lautaro Acosta le dio algo de vivacidad al conjunto de Julio Falcioni. Además, con la tempranera expulsión de Tuzzio en Independiente, Boca apostó a los pelotazos aéreos en vez de tratar de hilvanar por abajo. En ese ida y vuelta, el elenco xeneize tuvo una clara situación con un cabezazo de Silva que se fue desviado, otro frentazo de Somoza que salió al lado del palo y un remate mordido de Acosta que controló bien el correntino Hilario Navarro.

El conjunto de Falcioni insistió sin claridad y con todas sus limitaciones de armar juego (extraña horrores a Román Riquelme) se fue entregando una imagen discreta. Por su parte Independiente, que no fue mucho mejor, supo reducir los espacios, administró con mayor fluidez el balón (pese a que lo tuvo menos) y le entregó una inmensa alegría a su gente, que sigue enrrostrándole a los demás el mote de único ‘Rey de Copas‘.