Se debía esto Boca. Necesitaba volver a ser Boca en el Monumental. Sacar pecho, mostrar actitud, regar de personalidad el campo de juego y así lo hizo. Sin que le sobre nada. Consciente de sus limitaciones, apegado a un plan de partido, Boca Juniors terminó redondeando un domingo inolvidable porque con un gol de Sebastián Villa a los 9" del complemento venció a River Plate después de 5 años sin conseguirlo en el Monumental, quedó puntero de su grupo. Con la estelaridad vestida de azul en el arco, Boca se apoyó en su arquero Rossi para terminar de controlar a un River desconocido, errático, impreciso y ansioso. La entrega de Boca, el orden en todas sus líneas, fue llevando al equipo de Gallardo a ese laberinto, donde perdió potencia, precisión, contundencia. Así, Boca edificó una victoria enorme desde todo punto de vista, sin ser más de lo que había sido hasta ahora en la Copa de la Liga, con poco juego, con mucha entrega y sin que le sobren destellos de calidad.

En el comienzo del partido parecía que River lo iba a poner en sus condiciones. Pero Boca se le acomodó bien replegado, se cerró contra Rossi y fue metiendo el fútbol millonario en el terreno de las imprecisiones, haciéndolo jugar largo, al pelotazo. Así y todo, Rossi empezó a edificar su estampa como la gran figura del clásico tapándole un mano a mano a Julián Álvarez que pudo ser el primer gol en el Monumental. Lo que quedó de primer tiempo fue para ver la errática propuesta de un River desconocido contra un Boca demasiado atado a un esquema, sin que haya pateado una sola vez al arco de Armani.

Pero en el complemento, el acierto de Battaglia fue desde el banco. Adentro Vázquez, adentro Figal y dos soluciones inmediatas en ataque y en defensa. Es que el pibe Vázquez obligó mucho más que un Benedetto que llegó entre algodones y Figal calmó el sector derecho de la defensa cuando Advíncula parecía ya encaminado a la expulsión. Se paró mejor, salió algo más Boca y con eso le alcanzó para llegar al gol en su primer ataque a fondo del partido. Iban 9" y Leandro González Pirez tenía todo controlado ante la presión casi por obligación de Villa pero dudó el defensor, lo apuró el colombiano y lo que vino después fue eludir a Armani y terminar festejando ese solitario gol de un Boca distinto. Se desnudaron entonces todas las dudas de River. Gallardo puso todo lo que tenía en la búsqueda de ese River perdido. No pudo. No le alcanzó porque ni Quintero, ni Romero, ni Palavecino ni Pochettino pudieron resolver la historia. Para colmo, Rossi decidió hacerse el dueño de todo el Superclásico sacándole a Palavecino una pelota de antología que selló definitivamente el feliz domingo de Boca en un Monumental que se quedó aturdido.