Quinta semifinal. Los jugadores de Rosario Central desataron la locura por la victoria, con "cheque" en mano. Los canallas se metieron por quinta vez consecutiva en semifinales del torneo y esta vez quieren romper la racha de no poder ser campeón.

En un clásico deslucido porque se jugó sin público por el riesgo de enfrentamiento de hinchas, una muestra más que elocuente de lo triste que puede ser el fútbol albiceleste, Rosario Central se clasificó ayer a las semifinales de la Copa Argentina al vencer a Newell"s Old Boys por 2 a 1, en cancha de Arsenal. Y en la próxima instancia se enfrentará con Temperley, que antenoche, por cuartos de final, eliminó a San Lorenzo.

Se trata de la quinta semifinal a la que accedió Central en forma consecutiva, pero en ninguna de las ediciones pudo ser campeón.

La definición del encuentro de ayer llegó en el segundo tiempo, cuando en media docena de minutos Germán Herrera y Fernando Zampedri liquidaron la contienda con sendos tantos que invalidaron el descuento postrero de Joaquín Torres.

El primer tiempo fue "clásico", con los dos equipos más preocupados por no ser sorprendidos por el rival que por generar acciones que los acercaran a la victoria.

El marco tampoco ayudaba en este punto, ya que al jugarse a puertas cerradas en un estadio de dimensiones reducidas, provocó que la emoción solamente pasara por el cuerpo de los futbolistas.

Dentro de ese panorama y tras un desarrollo que cambió de anodino a intenso en la segunda parte, la contundencia de los dirigidos por Edgardo Bauza, que venían de seis partidos sin victorias en la Superliga, fue determinante para torcer el rumbo del partido.

Los dos tantos devinieron en nerviosismo y en Newell"s vieron la tarjeta roja Teodoro Paredes y Hernán Bernardello, mientras que Federico Carrizo también fue expulsado.

El volante ex Boca recibió la tarjeta roja directa por reaccionar ante una falta de Paredes.

Después, ya con el desarrollo desdibujado por la distancia en el marcador y la superioridad numérica de Rosario Central (diez hombres contra nueve), el descuento de los dirigidos por Omar De Felippe en el tercer y último minuto de descuento apenas alcanzó para decorar el resultado, porque la alegría ya era toda "canalla" y la tristeza toda "leprosa".


 

Las terrazas, a $1.000

Unos grupúsculos de hinchas de ambos equipos lograron subirse a las terrazas de casas linderas al estadio de Arsenal, sobre la calle Morse, por lo que cada uno pagó 1.000 pesos por el "alquiler". Y desde allí alentaron a sus equipos hasta que fueron divisados por la policía (pese a jugarse sin público hubo un estricto control de seguridad) y los desalojaron.

Inclusive algunos parciales centralistas hasta lanzaron fuegos de artificio cuando salió a la cancha de su equipo desde la calle Nueva York, para después situarse sobre el terraplén del Ferrocarril Roca, pero su permanencia en esa improvisada tribuna también duró poco.

Uno de los pocos imparciales que se hizo presente en el estadio "con autorización" fue el presidente de AFA, Claudio Tapia, quien manifestó a los medios de prensa que fueron distribuidos en distintas cabinas también por "cuestiones de seguridad" y que su voluntad era la de "que este partido se jugara con público".

La fiesta "canalla" se desató igualmente en Rosario, donde las bombas de estruendo sonaron en todos los barrios y hasta en el macrocentro. Apenas terminó el partido, miles de hinchas de Central ganaron las calles rumbo al Monumento a la Bandera y al Gigante de Arroyito, donde se regalaron un carnaval.