Para graduarse hay que rendir bien el examen final. Hay que aprobar la tesis. Es más o menos parecido a dejar de ser chico y sentirse grande. Y este grupo de chicos lo logró. Porque hicieron honor a la metáfora de los estudios con sus pretensiones deportivas. La UVT es el nuevo campeón de la Liga Nacional A-1 de hockey sobre patines. Y su plantel está formado en un 80% de juveniles. De pibes en la flor de la vida. Y así lo están viviendo. En una mezcla de alegría permanente con ilusiones sin límite. Y nadie les puede quitar este momento. Ni siquiera discutírselo. Porque son campeones de ley.
Ayer, en el día después de la conquista de la cuarta Liga para el club Comunitario, el plantel entero -incluyendo a algunos que no estuvieron en el triunfo por penales ante Olimpia la noche anterior- y el cuerpo técnico aceptaron gustosos posar para la foto con las copas ganadas. Y lo hicieron en el club. En el lugar donde muchos largaron.
De los trece jugadores del plantel, ocho de ellos empezaron juntos en la Escuelita de hockey del club. En dos camadas distintas. Los que hoy por hoy tienen 20 años y los de un año menos. Del resto, cuatro comenzaron en las inferiores de Loma Negra y otros dos son de mayor edad. Eso sí, adentro y afuera de la cancha le dan forma a un grupo compacto.
Eduardo Quiroga, el técnico que agarró el equipo hace dos meses reemplazando a José Luis Bertrán, dice que éstos chicos se merecían el título por todo lo que trabajaron. "Se les nota las ganas de progresar y el hambre de gloria. José Luis (Bertrán) estuvo mucho tiempo con ellos y se conformó un gran grupo. Cuando me ofrecieron la dirección técnica no lo dudé. Es más, le dije a mi mujer que ganaríamos la Liga. Y se dio", aclaró el coach.
Después de ganar el título festejaron casi hasta el amanecer. En el club, como siempre. Anoche tenían otro asado. Hoy irán a la Difunta Correa y el sábado se juntarán con los dirigentes para otro brindis. Siempre contaron con apoyo dirigencial. Raúl Monserrat -el alma mater-, Oscar Recabarren y el Negro Balmaceda los que nunca se separaron. El Dr. Mena tampoco, prestando su casa para que se junten antes de los partidos importantes. Los chicos crecieron. No se olvidan de quienes estuvieron en el plantel como Carlos Maggio y Darío Bertrán, que juegan en Europa. Esta alegría no se las quita nadie. Se graduaron con un 10. El hockey, feliz.