Víctor Hugo Morales bien podría preguntale, como hizo con Diego Maradona en el Mundial de “México ‘86”, “¿de qué planeta viniste?”. Y ni el relator charrúa, ni nadie podría asegurar que nació en el humilde barrio jamaiquino de Sherwood Content. Es que Usain St. Leo Bolt, tal cual figura en su DNI de flamantes 29 años, parece de otra galaxia. Da la impresión de contar con una fuerza superior cuando se lanza en velocidad y ayer lo demostró una vez más en el Mundial de Beijing, donde junto a su país conquistó la posta 4×100 metros para sumar su 11ma medalla dorada en estos torneos. Para darse una dimensión de lo que es Bolt en la historia del atletismo, ya dejó en la lista de los más ganadores muy atrás a un tal Carl Lewis, con ocho doradas en su prolífica carrera.
Bolt arribó a Beijing con todas las dudas a cuestas y “acosado” por Jutin Gatlin, el más rápido del año y medio reciente donde Usain incluso pasó por una operación en su pie izquierdo y estuvo ocho meses fuera de las pistas. Pero como fuera de serie que es, en la adversidad saca lo mejor de si. Lo hizo en los 100 metros llanos hace una semana, en los 200 del jueves y ayer voló en la última posta para demostrar que los más rápidos son del país de Bob Marley.
Nacido en una familia humilde jamaiquina, su leyenda mucho tiene que ver con un compatriota suyo, Glen Mills, su entrenador desde hace una década. Este buen hombre de 65 años lo convenció que lo suyo eran los 100 metros, dejando un poco relegada su carrera preferida, los 200, donde brillaba su ídolo, el norteamericano, Michael Johnson. “La medalla de los 100 metros es para mi coach, la de 200, para mí”, se ufanó hace un par de días con el nuevo oro en su pecho. En los entrenamientos Bolt tiene extensas sesiones de pilates, ejercicios con sogas elásticas y no mucho de gimnasio. Su escoleosis en la columna vertebral y las molestias cada vez más continúas en la espalda, impiden prácticas de otros tiempos. De hecho, Bolt desde hace varios años es un paciente habitué del doctor alemán, Muller-Wolhlfahrt, quien fue despedido por Pep Guardiola este año del Bayer Munich.
Lo ayudará de por vida su morfología: raza negra, 196 centímetros de estatura y 78 kilos. En su zancada, la cual puede llegar a los 2,43 metros, está una de las clave de su poderío. Y su velocidad máxima a los 70 metros habla de alguien de otra galaxia: 44km/h. Datos que provocan asombro para un velocista de elite y más aún cuando se conoce que Bolt tiene su pierna izquierda 1,5 centímetro más larga que la derecha.
“Cuando nació era enorme. Pesó casi cinco kilos, porque salió una semana y media tarde. Creo que solo fue lento en eso en su vida”, graficó, de manera única, su mamá, Jennifer, en un documental sobre la vida de Usain para la BBC.
Ser una mega estrella mundial y recaudar entre atletismo y sponsors cerca de 25 millones de dólares por año (su mayor ingreso es de la marca Puma que le paga 10 por temporada) no lo alejan a Bolt de la fiesta. Soltero empedernido, en su autobiografía fue más que claro y políticamente incorrecto. “Después de ser campeón olímpico en ‘Beijing 2008’, mi entrenador me quiso prohibir el sexo. Pero yo ni loco acepté: me hubiera vuelto loco sin sexo”, reveló y fue más allá: “Una sola vez en mi vida probé un porro. Fue con mis amigos del barrio, antes de jugar al fútbol. Me pareció un asco y nunca más”, tiró.
En ‘Río 2016’ será su última función. Llegará a ponerle el broche de oro a una carrera imposible de superar. Porque tal cual pasa en las pistas del mundo, Bolt es como un rayo…

