Por ahí, las comparaciones y los paralelismos pueden ser el mejor instrumento para explicar fenómenos que en principio no parecen tener cosas en común con otros, pero que al final están mucho más cercanos. Decir que para un fana del fútbol ver en vivo y en directo la final de un Mundial es tocar el cielo con las manos, es también repetir que para un fana del rally tener el Dakar al alcance de la mano es algo inolvidable. Esa fue la conclusión de un día vivido a nafta y aceite en las venas. Porque ver el desafío de la gente a la ferocidad del clima para llenar cerros, hacer colas interminables para llegar y regresar de los puntos de visión del Rally Dakar para tener solamente la gran recompensa de apenas 30 o menos segundos cara a cara con motos, cuatriciclos, autos y camiones, pone a la pasión por el rally en un paralelo con el fútbol que es inevitable porque para el futbolero no hay clima, cancha o espera que achique ese sentimiento. El Rally Dakar pisó San Juan y la pasión que generó se contagia.

BIENVENIDA

Pedernal quedó marcado por la organización como el portal de bienvenida de San Juan para esta monstruosa carrera. Si había alguna sensación a mano para pintar lo que se vivió a la vera del camping era ansiedad: de la gente, de las fuerzas de seguridad, de los periodistas. De todos. Con muchos acampando desde el martes en la noche e instalados desde el amanecer en las laderas de los cerros. Carpas, gazebos, sombrillas. Todo sirvió para esperar preparados el castigo del Sol. Se sabía que a las 9 iban a largar desde Uspallata y que pasadas las 10 y media el rally se presentaría en sociedad para los sanjuaninos. Pero la ansiedad hacía eterna cada hora y cada movimiento en el horizonte retumbaba aún más. Cuando apareció sobrevolando uno de los helicópteros de la provincia, la gente aceleró su pulso. Se venía y a las diez menos seis minutos, Marc Comá se topó de frente con el calor de los sanjuaninos. Lo saludaron, le levantaron los brazos. Era la fiesta. Y claro, los pilotos correspondieron. Levantando el brazo por un instante, saludando con la pierna también, hasta llegar al instante singular en el que un piloto frenó su marcha, giró su cabeza hacia la platea natural de la serranía de Pedernal y devolvió atenciones, sin una palabra. Con sólo un gesto. La comunión estaba consumada. Era rally y gente.

Llegaron los cuatriciclos y aumentó la intensidad del show. Los hermanos Patronelli se llevaron la primer gran ovación de Pedernal. Pero claro, lo que vendría después los dejaría en el tercer escalón del podio de ese aplausómetro porque faltando seis minutos para la una de la tarde, el Volkswagen de Sainz voló sobre el circuito y el público comprendió que el plato fuerte del rally estaba servido. Lo de Sainz fue casi como ver en una cancha a un Messi. El mejor, en su mejor expresión más allá de en lo que restaba de etapa perdería terreno.

Y, claro como ocurre en cualquier estadio del mundo, uno quiere ver jugar a su "pollo". Al pibe del barrio que compartió la vida misma y que un día entró en ese círculo privilegiado. Para los amantes del rally, Sisterna era el nombre. El más esperado de todos. Cuando asomó en el horizonte la trompa verde flúor de la Mitsubishi de los sanjuaninos, desapareció el cansancio, el calor, las ganas de irse. El feeling fue instantáneo y todo lo que tenían a mano sirvió para hacerles saber a los Sisterna que eran ya los ganadores del Dakar para San Juan. Nada más, ni nada menos. Comparando, como decir que por más que perdieran por goleada, el orgullo de que lleven la camiseta de esta tierra superaba todo. El segundo plato ya estaba servido. Faltaba el postre.

Un postre gigantesco porque dos minutos antes de las tres de la tarde, el Kamaz azul del Maradona de los camiones, el ruso Chagin, estremeció Pedernal. A fondo, casi como tocando por momentos el piso, pasó e inmediatamente generó la retirada del pueblo del rally. Estaban hechos. Pese al calor, a la espera, a comer parados, incómodos y haciendo equilibrio en la cresta de los cerros, el Rally Dakar, el Mundial de Fútbol para los fierreros, estaba en San Juan. Como para anotarlo con fecha y todo y decir que un 13 de enero de 2010, el mejor rally del mundo estuvo al alcance de la mano.