Además del estreno de San Martín en la Copa Argentina y en el Bicentenario, se trató de la noche en que dos jugadores de su cantera tuvieron su bautismo en la Primera: Franco Lepe y Lucas Salas. Y más allá que los pibes dejaron todo en la cancha para evitar la caída final del Verdinegro, el sabor de la derrota sin dudas que opacó la primera vez en el club que los vio formarse como futbolistas.

Lepe y Salas utilizaron los números que llevan en el plantel que disputa el torneo de Primera. El lateral derecho estuvo con la número 31 y su compañero y amigo, el enganche, la 32. Lepe fue de los diez quien estuvo todo el encuentro en cancha, pues Salas terminó siendo reemplazado en el complemento. Lepe se ocupó muy bien de su costado derecho, sobre todo haciéndose fuerte en la marca, una de las características que tomó en las inferiores en su posición habitual de volante central. Incluso, Lepe, de 18 años, se animó a pasar cerca del final al ataque pero le faltó claridad para culminar las jugadas de forma correcta.

Por su lado Salas tuvo mayor injerencia en el juego. Comenzó siendo el volante izquierdo y poco a poco se corrió hacia el medio para intentar manejar los hilos en ataque del equipo. En la primera mitad estuvo en la jugada polémica de esa parte al caer en el área luego de chocar contra el central rival, Nelson González. El árbitro interpretó que el pibe sanjuanino de 17 años simuló un penal y por eso lo sancionó mostrándole la tarjeta amarilla. Lo mejor de Luquitas apareció en el complemento, cuando trató de buscar socios a la hora de generar juego, algo que finalmente no pudo lograr. En su bautismo entre los profesionales, Salas vivió en carne propia la rudeza de los defensores contrarios cuando a los 33’ lo amonestaron a Roberto Tucker por golpearlo fuertemente en su pierna izquierda. Después de eso, mermó en su rendimiento físico y entonces Garnero decidió sacarlo en una noche que se cerró con gusto agridulce.